La belleza de la maternidad.




La belleza de la maternidad.


La belleza de la maternidad no está en la reproducción como un hecho único y mágico, la belleza de este acto supremo está en la inclusión de un nuevo ser al amor, a la familia, a un compromiso, está en incluir ese nuevo ser al mundo.


La maternidad está llena de detalles, detalles que se dan por sentado, nada de lo que hace una Madre por un hijo lleva una carga o un roce que pueda ser percibido por el hijo, únicamente con el paso de los años se ha de notar, en una buena Madre todo su desempeño y accionar es natural, fluye como las aguas del mar.


Una Madre es forjada en acero St52-3 de la más alta calidad, ese mismo acero que se utiliza en los cascos de los buques de guerra, se siente su protección aún no estando con nosotros, se siente su protección aún estando bajo el más inclemente fuego cruzado.


Es ese cúmulo de concejos, de cariño y buenas acciones que nos arropa día a día, podemos decir que es la sustancia de la que estamos hechos.


Se dice que Madre hay una sola y no pienso discutir esa frase o esa realidad, pero también llego a la conclusión que Madres hay muchas y son las que mantienen este mundo unido con los lazos del amor y la ternura.


La belleza de la maternidad va mucho más allá del desesperante y valiente acto del parto, viene unido mucho más a la primera gota de leche tibia en el paladar de un bebé o en el suave roce de sus dedos en su frente para hacerlo dormir en su regazo.


Ser ese gigante acorazado de casco de acero que nos protege de un mundo salvaje y cruel, es el mejor homenaje que hace cada Madre a la creación, es decir, cada Madre es el más alto vínculo con lo creado y con el Creador.


En este día tan maravilloso celebramos todos, pues todos tenemos o tuvimos una Madre, pero celebramos no el acto físico de reproducirse, celebramos la arepa en la mañana, las caminatas a las orillas del mar, su mano en nuestro hombro y su dulce voz diciendo que todo estará bien.


Tener una Madre es siempre tener un refugio, un lugar en este plano o en el otro donde ir con tus huesos o con tu pensamiento y sentirte a salvo.


Las Madres nunca se van, tienen el mismo juramento que tiene el agua con la vida, van y vienen a veces en forma de lluvia que empapa el alma de bondad o en forma de nube para menguar el sol que deslumbra y quema en ocasiones.


Entonces, creo sin duda alguna que también están todas ellas, en las manos de los niños despreocupados jugando con nieve en el Central Park de la ciudad de Nueva York, en cada frío invierno, definitivamente están en cada gota de río cuando desembocan en el ancho mar.


Celebro cada Madre que me ha tocado en la vida, celebro a las dulces damas que me han dado cada uno de mis hijos, su bondad, amor y compromiso.


Por todo esto, en este día tan especial para todos, hay una frase que no deja de dar vueltas en mi cabeza, del magnífico escritor Rudyard Kipling:


“Dios no podía estar en todos lados y por tanto, hizo a las Madres”.


Feliz día Madres.


Por: Luis Gonzalo Guerrero.


Jurado Grupo Editorial.



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