El sabio de San Petersburgo.


 

El sabio de San Petersburgo.


 Por muchos es bien conocido lo fantástica que es la ciudad de San Petersburgo, está llena de museos y cuenta con más de 200 de ellos que es un número insuperable, entre esos museos está uno muy particular que para todo escritor y amante de la literatura debe ser un lugar de peregrinaje obligatorio, este museo no es otro que el apartamento donde vivió Fiódor Dostoyevski.

 Además, Cuenta con infinidad de puentes hermosos y palacios que son patrimonio de la humanidad, también se destaca por su vida cultural activa y muy rica.

 Pero quisiera contarles de otro de mis enfoques, de otras épocas, compartir con ustedes otro tipo de historia que nos puede dejar un gran mensaje.

 Era 1708, año de un invierno inclemente solo 5 años después de la fundación de la ciudad en 1703 por el Zar de Rusia Pedro el Grande.

 La población estaba en un periodo muy tenso las nuevas costumbres no se terminaban de afianzar y las viejas costumbres no terminaban de fallecer.

 Así transcurría la vida cotidiana entre la incertidumbre y los rumores de más guerra, familias separadas e ilusiones rotas en mil pedazos, todas ellas arrojadas a las riberas del río Nevá.

 Precisamente en este paraje maravilloso rodeado de los paisajes más hermosos contemplando lo ancho y caudaloso de este idílico río, se encontraba normalmente Iván Volkov. Aunque ahora en la actualidad casi no hay vegetación acuática y las riberas de este río consisten principalmente de arena y suelos de turba pantanosa, para la época de Iván no era de esta manera, reinaban los bosques de pinos y los abetos cubiertos de musgo.

 Iván era un astrólogo de renombre, sus predicciones eran como una sentencia predijo que Pedro el Grande se haría del delta del río Nevá, también predijo la muerte del último rey de la dinastía de los Asturias Carlos II de España en el año 1700.

 Todo esto le dio una posición privilegiada ante los ojos de toda la población, era consultado para casi todo su rol se convirtió en algo tan serio en la sociedad de entonces que una sola palabra de él podía cambiar hasta las decisiones políticas de la ciudad.

 Pero Iván Volkov era un hombre sabio, sus conocimientos de los astros no eran los únicos conocimientos que manejaba, su gran bondad y justo criterio se erguían por encima del nublado cielo de San Petersburgo.

 Como era de esperarse esto causó en muchos un sentimiento triste, aunque común en el ser humano, para su desgracia y en contra de todo lo que quiso para si mismo, él despertó la envidia.

 En San Petersburgo todos hablaban de su don, de sus poderes y de su gran capacidad para dar con la respuesta correcta.

 Dentro de sus detractores había unos hermanos con muy mala fama en toda la región los hermanos Novikov, eran escépticos de los dones de Iván y pretendían hacerle una trampa.

 Con una maldad absoluta, se dirigieron hacia la cabaña del sabio en las orillas del río ambos deseaban hacer fallar al sabio y verlo caer.

 Uno de ellos agarro una paloma por el cuello y la escondió en su saco apretándola fuertemente, mientras que el otro hermano ideaba el plan macabro.

 Le dice mantén la paloma en tu saco, cuando yo hable con el sabio le voy a pedir que adivine si el ave que llevas contigo está viva o muerta, si él responde viva la matas estrangulándola y si dice muerta, la sacas y la dejas volar libre.

 Ósea el sabio nunca tendrá opción de acertar y perderá toda su fama de infalible.

 Llegados los hermanos a la cabaña del sabio tocan su puerta y este abre y les saluda amablemente:

¿En qué los puedo ayudar?

 Uno de los hermanos dice con voz áspera:

 Tu sabio manifiéstanos la paloma que trae mi hermano en su saco.

¿Cómo está? ¿Viva o muerta?

 Y él los ve por unos minutos, de sus ojos sale una lágrima triste, solitaria y dice:

 Me preguntas... ¿Cómo está el ave? Y solo les manifestaré que está en sus manos.

 Y cerró su puerta.

 Es así mis queridos lectores nosotros somos los que tomamos las decisiones en nuestras vidas, tener sentimientos malsanos como la envidia, el odio y el rencor es una decisión que podemos evitar, es una decisión que está en nuestras manos que de seguro evitara la muerte de nuestro espíritu y llenará de vida nuestro cuerpo y alma.


Por: Luis Gonzalo Guerrero. 


Autor de: “Un adiós en el malecón”


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Gerente de zona del Grupo Editorial Jurado Ecuador JuradoEditorialEcuador@gmail.com JuradoEditorialEcuador@gmail.com juradopublishing@yahoo.com





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