Enderézate a ti mismo.


 

Enderézate a ti mismo.

 

 La tarde, se tornaba sombría, silenciosa, casi marchita, era el llanto de un ave en la forma del más estridente trino que rompía y estremecía cada uno de los espacios de aquel Santo lugar.

“Los lugares, los sitios como se llevan en la memoria, en el alma”.

 Aquel lugar no era otro que un cementerio en la hermosa isla de Okinawa, Japón, un cementerio de veteranos de la segunda guerra mundial.

 Inmóvil, sin emitir ningún sonido, ni gesticulación, con sus talones bien juntos con ese aire en sí, que infundía respeto, su postura asertiva y derecha denotaba su disciplina, su pundonor.

 Así se encontraba este hombre, él era un Marine de la Armada Norteaméricana en situación de retiro y estaba presentando sus más profundos sentimientos fraternos a un compañero caído en batalla.

 Veía compulsivamente la lápida fría de su hermano de armas y sus lágrimas caían de su rostro mojando como roció mañanero, una docena de rosas blancas que el mismo trajo para adornar y perfumar, la última morada de un valiente.

 Al relajarse un poco y entrar en control de sus emociones, nota que a su costado de estribor se encuentra una linda y pequeña japonesa de rodillas, frente a una lápida dando como gesto de homenaje y respeto un cuenco de arroz, de manera instintiva el Marine se enoja, se siente agraviado, ve el acto de aquella mujer como ofensivo y la interrumpe diciendo:

¿Por qué haces eso?

¿Acaso piensas que él algún día se va a levantar a comer de tu ofrenda?

 Y ella sin pensarlo respondió:

 Si lo hará, no de la forma como tú lo piensas, pero lo hará, será el día anunciado, el día prometido, ese mismo bendito día donde tu valiente y honorable compañero también se levantará a oler tu ofrenda, tus flores.

 Cuan difícil se nos hace en nuestra cultura de occidente aceptar, asimilar que existe otra manera de ver y de vivir la vida y no obstante ni siquiera tomamos en cuenta que existen otras culturas milenarias, que se consideran más acertadas, de mayor sosiego para el espíritu.

 Es un hecho, está modernidad nos hizo hijos de René Descartes, de todo lo procedente del aristotelismo tardío, el neoestoicismo del siglo XVI o de filósofos medievales como San Agustín, estos notables se posaron en el inconsciente colectivo de una forma tan marcada como fierro incandescente sobre la piel.

“Pienso, luego existo”

 En latín:

 Cogito, ergo sum.

 En francés:

 Je pense, donc je suis.

 Aplaudo de pie este enfoque, su obra y filosofía, pero no descarto nada, no dejo de avanzar.

 René Descartes resume su proceso intelectual y filosófico en afirmar que la única forma de encontrar la verdad es mediante la razón.

 Pero ¿cuál razón?

 3000 años A.C. en el libro clásico religioso Bhagavad-gītā considerado el más importante del mundo, se deja muy bien entendido en la conversación entablada entre sus protagonistas Krishna y su primo y amigo Arjuna, que el hombre viene con un error original.

 También lo encontramos en la religión cristiana que nos habla del “Pecado original”.

 La palabra pecado está relacionada con la actividad antigua del tiro con arco, se decía que cuando un arquero había fallado en su blanco, había pecado, lo que nos dice que el pecado es un error.

 Este error original no es más que nuestra distorsión de la realidad, de la razón.

 No vemos nada como realmente es, sino que actuamos con base en experiencias previas o modos aprendidos de nuestros padres o entorno.

 Simplemente ante todo juzgamos, opinamos y sentenciamos sin tener un ápice de humildad en nuestras capacidades cognitivas que son ante todo limitadas.

 Por este motivo deberíamos reflexionar sobre la enseñanza que nos dejó el Buda, el Despierto en su

 Sutra 17:

 Para enderezar lo torcido primero debes hacer algo más difícil:

"Enderézate a ti mismo".



Por: Luis Gonzalo Guerrero




 Autor de: "Un adiós en el malecón"




Gerente de zona del Grupo Editorial Jurado Ecuador JuradoEditorialEcuador@gmail.com JuradoEditorialEcuador@gmail.com juradopublishing@yahoo.com



Comentarios

  1. Muy bien explicado mi amor primero debemos vernos a si mismo y luego juzgar.. exelente te amo te felicito una vez más te amo

    ResponderBorrar
  2. Me siento complacida de leer cada escrito tuyo ,el lector se mete de lleno en la vivencia de tus escritos, y lo más triste es ver que se honra en la muerte y generalmente lo hacemos los latinos y americanos ...La cultura Asiática, es milenaria y para ellos sus muertos siempre están en honra de generación en generación...Ay una manera también de honrar en el lago ..que me encanta que todos prenden una vela en unos veleros que hacen y se llena de luz a sus muertos ...bello bello este mensaje de amistad, o de amor independientemente como se quiera ver ....como siempre digo al pie de página..esperare el próximo escrito...un abrazo

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Felicidad absoluta en tu día.

Las mareas y los vientos.

Hoy por tí celebro.