Escribir de él y soñar con él.
Escribir de él y soñar con él.
La tranquilidad que me da el mar no me la proporciona más nada en la vida, excepto el escribir podría acotar. He escuchado en reiteradas ocasiones que se debe tener un propósito en la vida y comparto esa opinión, también he llegado a la conclusión de que no únicamente un propósito hace que la vida tenga sentido, también el compartir un sentimiento o una visión puede hacer de la vida una aventura insuperable.
Desde que tengo uso de razón mi vida ha estado ligada al mar, las personas que he tenido como referentes la lo largo de mi existencia terrenal han sido marinos de profesión y acción, desde mi tío abuelo que empezó su aventura naval como un grumete joven y valiente, para luego llegar al cabo del tiempo al grado de Contraalmirante.
Mi Padre y mi tío también compartieron esta pasión, ambos hombres de blanco, ambos Comandantes de buques, mi Padre Capitán de Navío y mi tío Capitán de Fragata respectivamente.
Mi amor por el mar se ha desarrollado de una forma muy diferente, pues tuve en mis manos desde siempre lo que ellos lucharon por obtener al salir de sus hogares y que ahora es su mayor legado.
Me refiero a la "Libertad"
Ser libres y dueños de sus destinos es el fin último de los amantes del mar.
Por esa razón no tuve nunca la necesidad de tener una relación formal, ni marcial, con el mar.
Mi relación es mucho más artesanal, por siempre bohemia, soy un marino de pies descalzos, pescador, de cubierta de madera, de muelles cubiertos de gaviotas, donde el olor a pescado se confunde con el del ron y los aparejos de pesca son nuestro mayor tesoro, donde el dormir en un pañol de proa sobre cabos, herramientas y víveres no impide amar y poseer a una hermosa mujer sin descanso.
Soy de esa especie de marino que escribe por vocación y asume esta como una necesidad, que cuando amanece en el mar recuesta su cabeza junto a un palangre y es invadido íntimamente por frases y citas literarias de libros leídos.
Inclusive, también soy sin remedio de esa especie de marino que es totalmente atacado por la risa al sentir el aleteo de aves posadas libremente en el mástil de su buque.
Confieso que he hecho cosas sin sentido llevado por mi pasión, como cuando en más de una ocasión he llegado hasta los golpes en alguna taberna portuaria de dudosa reputación, por la tonta razón de haber sido llamado “Marinero de agua dulce”.
Cosa que ahora con el paso de los años veo totalmente fuera de lugar, pues adoro navegar en aguas tranquilas y pescar en ríos, sueño a menudo con barcos de vapor, sueño con barcos propulsados por enormes ruedas de madera surcando el Misisipí.
Ahora que mi barba se hace blanca como la bruma sobre el mar, entiendo que el placer está en el que regala, no en el que recibe, ahora siento el mismo placer que debieron sentir mis antepasados al regalarme la libertad que da el mar, siento sin duda alguna el mismo placer que sintió Ernest Hemingway y Joseph Conrad, al escribir de él y soñar con él.
Por Luis Gonzalo Guerrero.
Jurado Grupo Editorial.
MARavilloso! Yo soy una infiel al mar real, pero me invade en tsunamis de sueño!
ResponderBorrarGracias, mil gracias. Tu eres un Tsunami en todos los sentidos colega.
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