Es simplemente una cuestión de perspectiva.




Es simplemente una cuestión de perspectiva.


 Es eterno el abismo que me rodea, oscuro, exento de luz en su totalidad, mi cuerpo está a merced de la gravedad, me siento muy desorientado, siento vívidamente mi cuerpo caer de forma vertiginosa.

 El movimiento de mis manos y piernas se torna descontrolado, mi cuerpo cae y cae irremediablemente, sin poder evitarlo.

 En instantes noto que todo esto sucede mientras me observo, observo mi cuerpo caer por ese oscuro e infinito abismo, detallo mis ojos desorbitados, la expresión de terror en mi rostro que denota angustia, zozobra y desconcierto.

 De una manera un poco morbosa no siento tanto temor, pues no me siento parte de lo observado y sé que de alguna forma estoy a salvo al observar, cada segundo se hace eterno mientras mi cuerpo ineludiblemente cae.

 De pronto y sin aviso, se hace visible el fin de la sima, un suelo duro y rocoso, con piedras en forma de pirámides truncadas ennegrecidas y fracturadas, es cuando todo llegaba a su fin o por lo menos así lo entendí en ese momento, el impacto era inminente la tensión de mi cuerpo era evidente y el estrés de mi mente era insoportable.

 A metros del suelo un sonido seco sale de mi garganta y yo observante me hago uno con lo observado, y mi perspectiva pasa a la habitual la que se proyecta a través de mis globos oculares y encuentro una de esas rocas a mi más seguro impacto, una sensación de calidez recorre todo mi cuerpo, cierro los ojos con resignación y suenan unas campanas de forma estridente casi enloquecedoras.

 Abro mis ojos una vez más de manera muy lenta con total expectativa y veo el techo de mi habitación, mi cuerpo se encontraba rígido y sudoroso, pero a salvo en mi cama, por minutos no entiendo lo sucedido hasta que giro mi cabeza y veo mi viejo reloj despertador alemán.

 Veo de forma incrédula sus campanas agitándose sin parar, de inmediato mi mano temblorosa en un acto reflejo golpea la parte superior de este y lo hace callar de forma inmediata y necesaria.

 Así de esta forma empieza mi día, uno ordinario por no decir otra cosa, mientras me incorporo, mis pensamientos no abandonan aquel sueño que aunque reciente, es recurrente.

 Los sueños son mensajeros, son el hilo conductor de mensajes que envueltos en los más finos detalles, vienen cargados de sabiduría, misticismo y la más hermosa filosofía de vida.

 Sin nada más que me detenga en casa, me dispongo a salir y enfrentar el mundo que está a afuera de los muros de mi hogar, un mundo hostil, pero rico, lleno de desafíos, aventuras y códigos por descifrar.

 Ahora que mis pies tocan el asfalto, mi pecho se hincha del humo azulado de la ciudad, me siento en calma, pero mi mente sigue agitada, el mensaje en el sueño debe ser recibido y digerido.

 El mensaje es claro mis queridos lectores, la percepción, la forma de vivir los problemas cambia con la perspectiva, el observar las situaciones a distancia hace que puedas pensar y accionar de manera más sosegada.

Como decía el poeta:

“Tonterías lo son todo en esta vida. Es simplemente una cuestión de perspectiva”.


Por: Luis Gonzalo Guerrero.

#Unadiosenelmalecon


JURADO GRUPO EDITORIAL.

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