Es imposible luchar con tu recuerdo.





Es imposible luchar con tu recuerdo. 


 Están vibrando, al fondo, a lo lejos resuenan, en las campanas, los últimos colores de la tarde, nimbando con nubes de oro los morros y los pequeños arbustos.

 Las frondas mansas, por el cantar de gaviotas, se van transformando místicamente y sin reparo.

 Una estrella, luego un lucero, después otra estrella más, al instante miles, aunque débiles aún, van despuntando por el cerúleo cielo marino.

 El tenue vaivén de las aguas se prolonga entre dos espacios de tiempo, ambos al compás de los latidos de mi corazón, sin quererlo, van engendrando una canción que roza mis labios y se aleja de mí, como aquel amor.

 El olor fresco de tus besos en mi mente, me lleva a recorrerte, a detallar inclemente, cada palmo de tu piel y lo que sentía al acariciar tal manto suave, ligero como la más exquisita seda.

 Se va la luz, pero se impone tu recuerdo, ese recuerdo que acompaña a todo marino, el que se une a la soledad de las aguas.

 El fin de la faena, es el comienzo del despertar de pensamientos, mis manos inquietas añoran el contacto con las de ella, que en mis días franco en tierra, fueron cálidas y complacientes.

 Cada una de esas estrellas en el firmamento son como pregoneros celestiales, qué con sus voces de bronce desdibujan el espacio y el ocaso.

 El mar y mis pies descalzos sobre la cubierta de mi valiente bajel, se unen al duelo de mi alma ante tu ausencia, pero el mar me llama a su encuentro y no puedo más que obedecer.

 Ya te buscaré, te llevaré en cada derrotero, besaré tus labios en cada puerto a través de otros labios y así tendré la fortuna de amar muchas almas, pero la desgracia de tener un solo recuerdo en mis noches de mar.

 En la popa de mi nave, descanso un poco la mente de ti y veo como van entrando con las olas, sombras frías de la noche al casco y a su vez, aparecen las rojas ascuas de un brasero, el calor que emana de él, desborda el deseo que tengo por tu lecho y convence a mis sentidos, qué es imposible luchar con tu recuerdo.


Por: Luis Gonzalo Guerrero.


JURADO GRUPO EDITORIAL.

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