Las mareas y los vientos.
Las mareas y los vientos.
Esta historia, como
tantas otras empieza con un beso, sí, un simple beso, es conmovedor y de notar qué,
las mejores historias de amor siempre empiezan con algo sencillo.
Pero, como todos
sabemos realmente nada en el amor, es sencillo.
Mis manos puestas
sobre tu piel, son un deleite para mis sentidos y hacen de mis rítmicos
latidos, unos estrepitosos truenos, unos deslumbrantes rayos, un infinito
cardumen de Sargos navegando por tu vientre mojado, apasionado y encendido.
Así como Alquezar, es
el pueblo más romántico de Aragón, así el temblar de tus labios, al aproximarse
a los míos, descubren la suavidad hecha algodón, exploran el caminar sin andar
y entrelazan nuestros cuerpos, labio a labio, aliento con aliento.
Realmente sería un
poeta, si lograra describir el total disfrute de mi alma, alma envuelta en
besos de tu boca, que pisa y provoca, que invita y evoca.
Me hace cantar de
alegría, ver tu cara cerca de la mía, ver tus ojos brillar mientras te vas
acercando más y más, como el pasar de las olas en el mar.
Me haces creer en
momentos como este, momentos que no deben morir jamás, como la sutil y
armoniosa guerra de nuestras lenguas, en tiempos de paz.
Me haces creer en el
amor y me envenenas, creo en tu silueta marcada en la arena, creo en la calidez
de tus manos o simplemente en tus hermosos pechos de sirena.
Quizás, cuando mis
manos tocan tu piel, se acomodan en tu rítmico andar, en el vaivén de tus
caderas que, me atan y me llevan, que estremecen y sorprenden rompiendo las
fronteras, de lo real y lo mágico.
Quien, al besar, no
termina adorando lo mágico, como el romance del sol en el ocaso, pintado con el
pincel de Edvard Munch, o quizás, con el pincel de Picasso, es decir, tu
cercanía, me hace vivir, me hace pensar en el ósculo del colibrí con la cayena.
Me haces pensar, en
lo que me llena y me llena, en lo que idolatro tu presencia, la calidez de tus
mejillas y la suave caricia qué dibujas con tus manos en mi cabello.
Me haces vivir con cada uno de ellos, con todos y cada uno de tus besos, y lo confieso, lo reafirmo, que a tu lado no existe la noche, ni el invierno, ni el desamor, ni la traición.
Estar a tu lado, es
vivir en un sempiterno verano, es oler una rosa, pétalo a pétalo, es girar en
torno al Astro Rey, es volver y volver a nacer y congelar todo lo malo, al
hundirse en un mundo de colores, donde reinan los sentimientos, la
resurrección, el trino de las aves, las mareas y los vientos.
Por : Luis Gonzalo Guerrero.
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