Una nueva aventura, empieza un nuevo amor.




Una nueva aventura, empieza un nuevo amor.

 

"Durante la guerra de Estados Unidos y Vietnam, el piloto de la Armada Americana James Stockdale recibió un disparo mientras volaba sobre el país enemigo. El joven por aquel entonces no imaginaría ni en sus peores pesadillas que pasaría los próximos siete años como prisionero de los vietnamitas.

 Sus declaraciones manifiestan que, si no hubiera encontrado las escrituras de Epícteto, un filósofo griego del siglo I d.C., jamás habría logrado mantenerse con vida. El piloto declaró que fue su conciencia la encargada de sellar el destino de su existencia: La propia liberación".

 Allí tenemos la más sacra certeza de la amplitud de la palabra escrita; la capacidad infinita enmarcada en caracteres, símbolos y normas que dan forma a miles de imágenes, pensamientos, hermosos sentimientos e ideas.

 Un libro es el buen consejo a la mano, es la mirada profunda a un universo de conocimientos plasmados en letras, en blanco y negro por lo general, que te permiten viajar sin moverte ni un segundo de tu sillón más confortable.

 Es por definición la aventura más fantástica de todas, es abrir por completo los ojos de la mente y dejar que por ellos transiten raudos en alcanzarla, millones de chispas de oro en forma de asteriscos, de comas, de acentos.

 En su libro La biblioteca de babel, Borges, nos pasea por una realidad absoluta, la vida tal y como la conocemos es algo muy parecido a una biblioteca infinita, donde nos desplazamos de galería en galería, de párrafo en párrafo, sin quererlo se convierte en un apostolado sempiterno el arte del buen leer y la desatada pasión por escribir.

 Debo confesar como un hecho que no deja de ocurrir que el leer perdidamente la suspicaz prosa de Cortázar, es iniciar los pensamientos en otro nivel donde lo cotidiano se hace arte y se desliza sobre nuestro ser, como la más intensa cascada de paz y sosiego, haciendo de cada frase una realidad o un sueño.

 Ahora, como un rayo envuelto por la razón, la pasión, la disciplina y el análisis, Brian Tracy, autor de más de setenta libros, me sumerge en el mar más profundo de la superación personal, donde con su prosa fluida destaca, punto a punto, las herramientas de un buen vivir, productivo y audaz.

 En lo particular me involucro tanto en cada historia que leo, en cada cuento, en cada novela, en cada escrito o ensayo, que no encuentro en mí algo que me saque de la permanente idea que un libro, es el mejor compañero en todas las instancias de la vida, pues cuando vas en un simple bus aburrido y poco atractivo, de un punto X de la ciudad a un punto Y.

 Puedes robustecer a través de la lectura intensa, toda tu creatividad puedes hacer de ese simple bus, el más flamante submarino nuclear, donde de una forma única tus órdenes inmediata son salvar al mundo de la inminente amenaza comunista, también en ocasiones puedes recorrer sobre verdes prados de la campiña francesa las cosechas, ver, oler y sentir la Vid que se confunde con el hombre al hundir sus manos en la tierra húmeda, sentirse vivo a través de sus frutos, beberlos o de una forma compleja, sentirse en contacto íntimo con lo divino.

 Solo es cuestión de quitar el velo a eso que está allí, ver cada verdad que se revela página tras página, es ir al encuentro con tu alma, es vivir.

 Es configurar de manera perpetua entre las sienes el reencontrarse una y otra vez con los besos, con las caricias de Helena y París, con la valentía y nobleza de Héctor, domador de caballos, pero también y de manera inexorable es verse de frente con la furia implacable de Aquiles.

 Jamás leeremos todos los libros que queremos, ni los que necesitamos leer, ni los suficientes, ni siquiera los más básicos, pues no hay medida en ellos, no hay proporción para ellos.

 En algún lugar muy cercano hay un manuscrito, quizás el catálogo de catálogos, esperando por ti por tus ojos, esperando que tu alma se conecte a él y así iniciar ese baile mágico, milenario, lleno de sabor y sin descanso que no acaba nunca.

 Y de nuevo, una vez más sin remedio, empieza una nueva aventura, empieza un nuevo amor.

 

Por: Luis Gonzalo Guerrero.

 

Autor de: "Un adiós en el malecón"

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