El mar no tiene explicaciones




Feliz día del amor, especialmente para ti mi dulce Jemar, La Negra Alejandra.

El mar no tiene explicaciones

 Así fue definitivamente como la conocí; fue uno de esos días en que la brisa lejana proveniente de tierras del norte paró, la brisa, por alguna razón dejó que todo se hiciera calma, no se movía ni una hoja, el calor húmedo hacia que corrieran por mi rostro gotas de sudor aliviando por segundos mi angustiosa espera.

 Yo la esperaba no de ese momento, mi espera por ella, es de ese tipo de espera que no puede ser medida en un tiempo normal, clásico, mi espera por ella se mide en vidas, en reencarnaciones, en viajes astrales, dicho de una manera más llana, la esperaba de siempre.

 Cuando dos almas se encuentran destinadas a la tarea del amor, el tiempo se hace diferente, el transcurrir de las horas y los minutos se vuelven como el oleaje contra la roca, se crea esa sensación de que el tiempo transcurre, pero en realidad nada se mueve, nada sucede, hasta el tan ansiado encuentro.

 No sé si han tenido la oportunidad de navegar en un mar embravecido, de temporal o picado, es impresionante sentir y ver toda esa confusión y alteración de las aguas, como se encuentran entre sí causando olas, espuma, movimientos repentinos sin aviso, todo de manera inexorable se refleja en la embarcación sea cual sea su calado.

 Quizás y sin duda, ese momento puede ser de preocupación y en algunas personas, motivo de un profundo miedo, pero los que conocemos el mar o pretendemos hacerlo, sabemos que todo ese despliegue de fuerza y grandeza es solo superficial, el gran rugido se hace mudo al sumergirnos en las aguas, todo se hace silencio y la marejada o tromba marina más aterradora se convierte en la más deliciosa calma.

 El mar normalmente bajo su superficie es calmo, sereno, todo en él es llevado a su perfecto orden. De esta misma forma mi corazón se debatía entre el huracán de mis anhelos y la serenidad de lo propio.

 Sabía que mi espera en esa playa del norte de la isla Margarita en Venezuela, no seria en vano, pues cuando el amor sede ante el destino es inevitable que su manto cubra en distancia precisa toda la vastedad del alma.

 Y así fue que pasó, se acercó hasta mí, mostrando su bien torneado cuerpo con esa misma calma que habita debajo del mar, dejando ver de quién me había enamorado, afirmándome con cada paso, que la inmortalidad no es vivir para siempre, sino vivir para lo que amas.

 Un paso a la vez se iba descubriendo ante mí lo maravilloso del deseo, lo profundo del amor cuando la pasión no encuentra cabida en un solo cuerpo y se abraza a dos almas que sin pensarlo se unen sellando todo con el más profundo beso.

 Entrelazados una vez más ante el sol y nuestro dios, dejamos atrás esos momentos de angustias causados por nuestra distancia, entre promesas de abolirla por completo nos dejamos llevar por nuestros cuerpos tirados en la arena, que sin remedio se hicieron un algo más en ese inexplicable paisaje.

 Cuando el mar, la pasión, el amor y el deseo se vinculan hasta lo más inesperado puede pasar.

 Como nos lo recuerda el novelista, dramaturgo y periodista italiano, Alessandro Baricco.

"El mar no tiene caminos, el mar no tiene explicaciones".

Por: Luis Gonzalo Guerrero

Autor de: "Un adiós en el malecón"

JURADO GRUPO EDITORIAL.

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