Bajo la sombra de la guillotina




Bajo la sombra de la guillotina.


 El poeta Yalal al-Din Rumi, nos dejó una frase muy poderosa:


¡No eres una gota en el océano, eres un océano en una gota!


 Es indudable que esta frase acuñada a tan eximio poeta ha debido perder mucho de su complejidad en la distancia, pero aún podemos navegar en sus dimensiones y significado


 También la Madre Teresa de Calcuta nos los dice de esta forma:


¡A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara esa gota!


 En este mes de noviembre, antesala de la navidad, quiero traer ante ustedes una pequeña gota de océano, quiero traer ante ustedes un ser cargado de todo tipo de polémicas, pero que sin duda fue una pieza indispensable en el engranaje de la historia, para bien o para mal.


 Sí, en este mes maravilloso, exactamente el día dos, día de los santos difuntos, nace en el reino de Austria, un ser que desde su alumbramiento dejó claro que iba a ser diferente y especial, investida de una belleza particular, de grandes ojos azules y una tez blanca como la nieve que reposa en Grossglockner.


 Su cuerpo esbelto, aseado y deslumbrante hacía de su presencia algo mágico.


 Nunca se destacó por ser una estudiante avanzada, tenía serios problemas para manejar la escritura y la lectura, el dominio de lenguas extranjeras para ella siempre fue un problema, algo que para una dama de su nivel y posición social era un verdadero desastre, aunque todo esto lo compensaba con una gracia natural y una elegancia que le venía sin esfuerzo digna de su Casa Real.


 Su historia y vida son un ejemplo de que el destino, en su empeño por desafiarlo todo, se puede convertir en nuestra mayor fortuna, pero a su vez es capaz de entregarnos en manos de nuestra peor pesadilla.


 Es un hecho cierto, la historia es escrita por los vencedores, en esta oportunidad la historia se encargó de mostrarnos un lado poco favorable de esta noble dama, que tuvo defectos como todos y que a pesar de sus anhelos, su vida giró en torno a los deseos de su Madre y su compromiso con su nación , con su nación natal y con la que la adoptó, de la cual fue Reina hasta el día de su muerte.


 Esta vez quiero invitarles a que por un instante vean un poco más allá de lo que la historia nos ha dejado y abramos nuestras almas y la acompañemos en el momento que marcó su vida y destino para siempre.


 Situémonos en la hermosa ciudad de Estrasburgo, en el año 1770, definitivamente para esa fecha la ciudad está de fiesta, era el mes de mayo, se dejaba sentir la primavera, todo estaba preparado para recibir a la Delfina María Antonieta, hija de la Emperatriz María Teresa de Austria, que contaba con tan solo 14 años de edad.


 Como su primera parada en Francia, va a ser recibida por un emisario de su prometido, el futuro rey de Francia Luis XVI, como es de esperarse, es recibida con todos los honores correspondientes a su alta investidura, luego es llevada ante el abuelo de su prometido, el Rey Luis XV, el cual quedó impactado con su belleza y sencillez, virtud esta última que con el tiempo perdería definitivamente.


 Su encuentro con su futuro esposo a las orillas de río Rin, estuvo cargado de una cierta calidez, algo fuera de lo normal en la corte francesa, ella extendió sus brazos sobre él y lo besó en sus mejillas, tomados de las manos, caminaron por las riberas del río sellando así un pacto de dos naciones, un pacto de amor y el nacimiento de una Revolución que cambiaría el mundo.


 Ambos, con total fe elevaron sus oraciones al cielo por sabiduría, pidieron por la prosperidad de su pueblo y de su Casa Real, todo bajo una luz tenue y hermosa que se deslizaba a través de los enormes castaños, ambos inocentes de saber que el destino traidor los pondría inexorablemente en algunos años, bajo la sombra de la guillotina. 


Por: Luis Gonzalo Guerrero.


Jurado Grupo Editorial.

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