Devenir.



Devenir.


 Rara vez entendemos nuestra realidad como un proceso que se basa en cambios que se oponen a la simpleza del entendimiento mal llevado, del efímero estar y favorecen a la complejidad del ser.

Ser o no ser, he ahí el dilema.

¿Cuál es más digna acción del ánimo, sufrir los tiros penetrantes de la fortuna injusta, u oponer los brazos a este torrente de calamidades, y darlas fin con atrevida resistencia?

Morir es dormir.

 Estas magníficas y magistrales líneas de William Shakespeare, puestas en los labios del inmortal príncipe Hamlet, nos ubican en la disyuntiva existencial del vivir o morir, del ser o no ser, del estar o no estar.

 Si hacemos un esfuerzo por entendernos, veremos como funciona, si nos dedicamos un poco a nosotros y nos tomamos de la mano con lo ya establecido, no se ha de trabajar tanto en el tema, pues el conocimiento es poder.

Poder no solo para estar, sí no ser.

 La física cuántica como ciencia es quizás la más válida de todas las ciencias, porque todo ese conjunto de ideas teóricas se han materializado ante nosotros a través de la investigación, creando principios palpables que nos pueden dar orientación del verdadero poder de nuestro ser.

 El saber que nuestra conciencia está creando nuestras experiencias de vida, es decir, que somos creadores, no víctimas, que no tenemos límites, sino falta de conocimientos, nos hace llegar más cerca de lo que añoramos poder ser, de maravillarnos al ver como podemos moldear nuestro mundo y nuestro maltratado yo.

 Nuestra existencia se basa y se sustancia, en un curso espacio temporal en el que transitamos y debido al movimiento vertiginoso de este, olvidamos nuestras raíces y sobre todo las raíces de nuestro yo real.

 Lo que sin duda nos pone en un mundo donde queda relegado el ser y que por desgracia nos deja simplemente a merced del estar.

 Esta falta de sensibilidad nos pone inexorablemente a navegar en lo circunstancial y lo transitorio, es decir, nos deja en manos del sufrimiento y la muerte.

 La existencia es cambio, movimiento y todo lo que derive de ello.

 Nuestra potencialidad está precisamente en nuestra adaptación, no podemos entendernos a nosotros mismos, sin entender el alcance de nuestros pensamientos y el poder de nuestra fuerza interior creadora y fascinante.

 Nuestra percepción del mundo y de la realidad, pasa en principio por nuestra conciencia, así que nuestra visión y postura ante este, se basará en cómo alimentemos y estimulemos nuestros conocimientos y sentimientos.

 Somos capaces de atraer tanto bendiciones como desgracias, somos capaces de crear luz o adversidad.

 Afrontemos los cambios, pues de ellos es que se alimenta el espíritu, que es donde nace nuestra verdadera fortaleza.

 La existencia es un constante cambio, un constante intercambio de circunstancias que generan experiencias, de las cuales debemos sacar el mayor de los provechos, para así obtener serenidad y felicidad en nuestro devenir.


Por: Luis Gonzalo Guerrero.


JURADO GRUPO EDITORIAL. 


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