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Mostrando las entradas de octubre, 2020

Sueños húmedos

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Sueños húmedos Por: Koral García (Harkalya) y Luis Gonzalo Guerrero Arenas. La escalera terminaba en un largo pasillo, sin ventanas, al final una puerta entreabierta, una lámpara de neón colgaba de los cables emitiendo una luz blanquecina, intermitente, el extremo más opaco hacía un leve zumbido y uno que otro chispazo… Kamila avanzó lentamente, cuando alcanzó la lámpara se hizo hacia un lado para esquivarla, no quería pasar por debajo. Uno de sus brazos rozó la pared y sintió un escalofrío de grima. La pared estaba sucia, con manchas de grasa y salpicaduras de barro. Siguió caminando. Más adelante faltaban algunas losas y había un charco, el líquido en él era turbio, contuvo la respiración, intentó continuar pero algo se había adherido a su tobillo, un tentáculo se enrollaba subiendo desde su talón izquierdo, empezaba a tantear su pantorrilla, ella lo sacudió con fuerza pero solo consiguió que la apretara aún más, despertó, con todo el cabello agitado sobre su rostro. Estaba a salvo,

Ignorancia

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Ignorancia Hoy corroboré una vez más que soy un ignorante, pero está vez lo asumí, no hice ninguna rabieta, ni traté de tapar mi falta con ninguna opinión o una cita de algún libro, ni hice referencia a ningún autor célebre. No, nada de eso, me quedé en calma lo disfruté y les confieso que pienso seguir en ese sendero, quiero sentirme ignorante a diario en cada momento, quiero que todo ante mí se descubra de manera fascinante, quisiera que día a día se borren ante mí todos esos conceptos preestablecidos, me siento tan feliz ignorando cosas sencillas que no necesito saber, ignoro el nombre de la calle por cuál tránsito, el nombre de aquella mujer parada justo allí, en la vereda en la esquina de aquel edificio gigante, o el nombre del mesero que amablemente me facilita con precisión militar mi escocés; aunque él hace su trabajo de una manera impecable, no tengo ningún afán de saber su nombre.  Jamás supongan que les estoy hablando de la ignorancia profunda esa es otra cosa, esa loca igno

Ella y Ellos

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Ella y Ellos “Tú eres la rueda, yo soy el camino Pasas encima de mí, dando vueltas Tú rodarás, por que ese es tu destino Sin encontrar, nadie que te detenga”.  Así reza la letra de una de mis canciones favoritas del género "Salsa”. Estas líneas me hacen ir a mis recuerdos, me llevan a momentos a circunstancias, comunes para muchos, emocionantes, aunque dolorosas en parte. Y les pregunto: ¿Quién no ha tenido un amor no correspondido? ¿o un amor lastimosamente compartido? La música buena, del género que sea tiene esa particularidad, te invita a evocar esos puntos en tu memoria que son susceptibles, dignos de ser acompañados de unos tragos de la mejor poesía líquida, son un festín a la nostalgia, a los besos truncados a esos amores de feriados, de carnaval o Semana Santa, esos que se desarrollaban en esas últimas horas de unas largas vacaciones, que tomaban ese matiz intenso color granate minutos antes de que los padres de tu poética musa, le dijeran a viva voz:  “Mi Niña ya nos vamo

¿Nada de crítica?

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¿Nada de crítica?  Aprendí en esta vida hermosa a amar, de una forma mágica de la literatura aprendí como existir, de que otra manera puede ser, si en una vida simple como la mía se rozan las dos la vida y la literatura.  De igual manera aprendí que el hecho de estar vivo no significa nada en sí mismo, si en una vida compleja como la que otros viven a diario, se busca amar de igual forma a través de cada bocanada de oxígeno, de cada beso, de una caricia y yo, me sumo a todo ello.  Lo confieso soy un buscador obsesionado de letras, un hacedor de fugaces besos. Las letras me mueven el alma, me llevan, me traen, para mí, es muy fácil caer en su embrujo. ¿Y Como no caer?  Sí, es imposible para mí, no caer ante el embrujo de la prosa de Borges, en la belleza como describe sus momentos o los de otros, como no admirar la suspicacia de Cortázar y lo inexorable de sus detalles, se me hace imposible, no entender que de esta forma y no de otra, se acompañan los sentidos entrelazados a un compás m

No todo está perdido

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No todo está perdido Hay situaciones que se presentan frente a nuestros ojos que deslumbran con tanta intensidad, que abruman el alma, tanto así, como en la isla de Pharos, deslumbraba en la antigüedad el poderoso faro de Alejandría. Admiro sobremanera esos destellos amables de luz pura emanados cálidamente del corazón de personas anónimas, que en una necesidad única brindan ayuda y apoyo a un desconocido o a cualquiera que lo necesite; me maravilla ver a mí paso gestos de este tipo, me hacen sentir en sintonía no solo con mis pensamientos sino también con mis congéneres y con este mundo que me rodea. Atascado una vez más en el tráfico como es común en las horas pico en cualquier ciudad de esta era moderna, así me encontraba, pensando, analizando todo lo que está en mí y en mí entorno, veo las reacciones de las personas en los otros vehículos ante tamaña columna, veo la expresión de disgusto de los conductores, en especial del que está a mi lado, a mi lado izquierdo, que se expresa rea

La voz romántica de Carabobo

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La voz romántica de Carabobo Soy una persona de primeras impresiones, no sé si es un defecto o una virtud en realidad, eso da igual, pero cuando observo a alguien por primera vez y logro coincidir en términos, aptitudes y metas con ella, eso genera en mí un sentimiento real que da paso siempre a una gran amistad y por lo general también me despierta una profunda admiración.  Los nexos familiares traen todo tipo de circunstancias a veces de conflicto y por lo regular de alegrías, en este caso trajo una mujer en el más amplio y estricto sentido de la palabra. Al verla ahí sentada frente a la mesa de su cocina convertida en oficina por momentos, sumergida en un centenar de papeles, numerosas anotaciones y rodeada de su fuerza de trabajo, su familia, de otras personas que yo no conocía que quizás eran sus compañeros, sus subordinados o como quieran llamarlos, ellos trabajando y ella delegando haciendo de una labor tediosa algo rítmico, consonante y armonioso.  Fue ahí cuando tuve la impres

Venezuela, tiene nombre de Mujer

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Venezuela tiene nombre de Mujer Por: María Elena Urrutia y Luis Gonzalo Guerrero Arenas.  Sí, ¡Venezuela, tiene nombre de mujer!, llena de múltiples virtudes que no se encuentran en ningún otro rincón del planeta. Altiva y cambiante, llena de coraje y gracia. Es posible considerarla como el paraíso en la tierra, puesto que cuenta con desiertos, nieve, selvas, playas, llanos y todos los más maravillosos paisajes en un solo punto de este mágico planeta. ¿Y cómo no quererla? ¡Si nos ha dado todo el abrigo y arraigo, belleza y riquezas que cualquier persona pueda soñar!  Los que hemos recorrido sus rincones, estamos claros de todas las bellezas naturales con las que cuenta. Además de haber sido bendecida con grandes riquezas minerales que se encuentran bajo sus extensiones de tierra.  Igualmente, ha sido el abrigo de tantos inmigrantes, los cuales llegaron cargados de penas y pesadillas producidas por las guerras en sus países de origen. Y a los que se les brindó la oportunidad de rehacer

Extensos y solitarios

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Extensos y solitarios.  Polvorientos y solitarios son los caminos, a veces curvos en ocasiones, pero en mi caso siempre ligados al mar.  Para mí, no son parte de la vida, son la vida misma. Cada obstáculo, cada pendiente, rasgan mi alma y hacen que corone en cada cima.  Recorremos varios caminos o uno solo a tiempo completo, son un arte en sí mismos.  Hermoso, es saber que aunque te sientas listo, son imprevisibles, pues avanzas, los recorres, los disfrutas, pero no sabemos jamás con seguridad que nos depara en ellos, la preciosa Diosa fortuna.  Quizás esquivos, en definitiva, a veces infieles, pero siempre presentes, así como las venas son caminos hechos carne y sangre, así sin cesar mis pasos solo buscan el encuentro de la razón.  Por ese argumento, siempre están presentes en mí, tu risa, tu compañía, nuestros extensos caminos recorridos, mil deseos satisfechos y nuestra particular manera de ver la realidad.  El esfuerzo era supremo, mi respiración podría escucharse a veinte mil legu