No todo está perdido


No todo está perdido


Hay situaciones que se presentan frente a nuestros ojos que deslumbran con tanta intensidad, que abruman el alma, tanto así, como en la isla de Pharos, deslumbraba en la antigüedad el poderoso faro de Alejandría. Admiro sobremanera esos destellos amables de luz pura emanados cálidamente del corazón de personas anónimas, que en una necesidad única brindan ayuda y apoyo a un desconocido o a cualquiera que lo necesite; me maravilla ver a mí paso gestos de este tipo, me hacen sentir en sintonía no solo con mis pensamientos sino también con mis congéneres y con este mundo que me rodea.

Atascado una vez más en el tráfico como es común en las horas pico en cualquier ciudad de esta era moderna, así me encontraba, pensando, analizando todo lo que está en mí y en mí entorno, veo las reacciones de las personas en los otros vehículos ante tamaña columna, veo la expresión de disgusto de los conductores, en especial del que está a mi lado, a mi lado izquierdo, que se expresa realmente de una manera sorprendente. Intúyo por la manera con la que contrae su rostro de forma tan repetida en espasmos periódicos, que debe estar sufriendo de un llamado urgente al sanitario, solo así puedo justificar tanta presión impuesta a cada músculo en su cara. No suelo envidiar, pero a este individuo les aseguro le envidio menos que a ningún otro. Sigo observando discretamente, me abstraigo una vez más en mis pensamientos y me realizo otra pregunta:

¿Todo esto vale la pena?

Si, lo confieso, eso me pregunto y lo hago con mucha frecuencia, me pregunto, si está vorágine del día a día se justifica, si es a caso este el rumbo real o será que nuestro rumbo está perdido. Sin dudar mi mente vuela y me realizo otra interrogante:

¿A dónde nos dirigimos todos en conjunto?

Yo no sé la respuesta a esta cuestión se los aseguro y concluyo, que quizás por el contrario, todo se basa en lo que cada uno de nosotros como individuos hacemos a título personal.

Y entonces pasa, pasa justo ahí, no sé cómo, pero casi se me escapa lo que se estaba desarrollando justo a mi lado derecho, a unos 15 metros de distancia máximo, observo a un señor de piel muy oscura no tanto por el tono de esta, si no por la poca higiene que le permitía el hecho de estar habitando las calles de forma permanente, a diferencia del individuo a mi izquierda, este tenía luces en todo su rostro, se notaba a la distancia que estaba totalmente complacido. De inmediato estacioné mi vehículo a un lado de la avenida, puse luces intermitentes de emergencia y me dispuse a descifrar este enigma, como era posible ver a dos personas de condiciones tan diferentes, bien marcadas, con una aptitud tan opuesta entre sí ante la vida; el conductor a mi izquierda pese a tener un excelente vehículo y de disfrutar de una cómoda posición social, cosa que se notaba a simple vista, no estaba satisfecho y su rostro lo decía todo, su inconformidad dejaba ver qué no estaba feliz con nada y en definitiva se expresaba y actuaba como si estuviera solo, haciendo gestos, gritando palabrotas sin reparo y esa era su realidad estaba solo, el era participe exclusivo en su soledad. En tanto yo no hacia más que pensar por qué el indigente a mi derecha sonreía, alzaba sus brazos y sus gestos eran de agradecimiento; me enfoqué, observé y fue cuando vi mi respuesta, no había notado que el personaje sentado en la calle, estaba recostado para su fortuna de un establecimiento de comida rápida y junto a él también había un Banco, este señor era la víctima agraciada de la generosidad de la mayoría de los comensales del local de comida y por otra parte también recibía el apoyo en forma de limosna, de los usuarios de la entidad financiera. Así de esta forma tan clara entendí que somos tanto lo que damos, como lo que recibimos, para el indigente el hecho de recibir constantemente apoyo de personas cargadas de buenas intenciones, lo llenaba de luz, lo llenaba de lo más hermoso que puede producir el hombre, la caridad. En cambio al individuo de mi izquierda sentado en su portentoso auto, vestido en finas telas, no recibía nada de nadie, no se retroalimentaba de las buenas energías de nadie, él era puntero en su soledad y en su egoísmo. Todo esto me dejó claro, que no existe algo llamado un mal día, solo tomamos un mal momento y elegimos llevarlo todo la vida. Así que en realidad me queda el consuelo y lo recibo con alegría de que "No todo está perdido".




Comentarios

  1. Siempre digo eso exactamente, sera q el corre corre q llevamos, a la medida de rapidez de la vida, nos hace endurecer nuestros rasgos? O será q para ser feliz debemos esperar las limosnas de los demás, en vez de pensar q la vida es tan hermosa y que correr más rápido o correr sin tanto apuro, nos llevara al. Mismo lugar,bien sea al trabajo, a una comida, a una cita o al dulce hogar.. A veces estamos tan acelerados q el. Tiempo no te alcanza!! Y resulta que la vida es eso, verla, analizarla, y dejar de amargarnos, debemos hacer como el indigente, no esperar que nos den regalos.. Debemos ser como el indigente, no ser tan acelerados, no ser tan amargados, no andar como el corre camino atropellando o vociferando nuestro disgusto, como si el mundo fuera culpable de nuestra intolerancia a los demas.. Recuerdo algo muy cierto q me dijo un gran anciano.. Cuando se enferma, es allí q queremos retroceder y disfrutar la vida. Y yo digo por q esperar enfermar? Por q no empezar desde ya!!! La vida pasa en un cerrar de ojo, esta de nosotros, ser exclavos o ser felices..

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    1. Excelente hermosa lectura del tema, mil gracias lo aprecio mucho

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  2. Hola sobrino, se ve a diario, en los super, en la vía, en los bancos, y en los restaurantes, la prepotencia, la amargura, y yo amailizo y me viene en mi razón de ser y pensante.. Los rasgos de amargura de la gente, es por la carrera que llevan, están acostumbrados a que deben de ser primero en todo, que si estas en la calle, drbe De apartarse el q esta ante que el , por eso se enducere los rasgo de las personas,el indigente es feliz por q escogió la vida que el se propuso seguir sin medir,consecuencias, y eso son entonces 2 polos opuestos, el que no le importa nada en su vida si no esperar que otros resuelvan por ti, y el que todo lo quiere hacer para sentirse rey, la vida es eso, una carrera, pero debemos correr para nuestra salud, poco a poco y sin apuro.. Por q es allí cuando nos dejamos llevar por la carrera, o por la desidia que se traslucira nuestra energía..llevemos la vida al compaz de nuestro ritmo.. Disfrutemos, celebremos, pero sin atropellar a los demás.. María Torres

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  3. Gracias 😁 como siempre clara en lo que dices y piensas !!

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  4. Excelente reflexión mi Guerero! En la vida tenemos dos opciones... Decidir sufrir, amargarnos o disgustarnos por lo que nos pasa o en cambio decidir ser feliz a pesar de los retos y tomar las acciones necesarias para siempre mejorarnos y servir a la humanidad....! Un abrazo gigante y muchas bendiciones mi Guerrero.

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