Venezuela, tiene nombre de Mujer

Venezuela tiene nombre de Mujer

Por: María Elena Urrutia y Luis Gonzalo Guerrero Arenas.

 Sí, ¡Venezuela, tiene nombre de mujer!, llena de múltiples virtudes que no se encuentran en ningún otro rincón del planeta. Altiva y cambiante, llena de coraje y gracia. Es posible considerarla como el paraíso en la tierra, puesto que cuenta con desiertos, nieve, selvas, playas, llanos y todos los más maravillosos paisajes en un solo punto de este mágico planeta. ¿Y cómo no quererla? ¡Si nos ha dado todo el abrigo y arraigo, belleza y riquezas que cualquier persona pueda soñar!

 Los que hemos recorrido sus rincones, estamos claros de todas las bellezas naturales con las que cuenta. Además de haber sido bendecida con grandes riquezas minerales que se encuentran bajo sus extensiones de tierra.

 Igualmente, ha sido el abrigo de tantos inmigrantes, los cuales llegaron cargados de penas y pesadillas producidas por las guerras en sus países de origen. Y a los que se les brindó la oportunidad de rehacer sus vidas, y contribuir con lo que fuera el desarrollo tanto de ellos en su vida personal, como en el del país como tal.

 Lo primero que debemos mencionar como una bendición, es que en nuestra Venezuela se encuentran unas formaciones montañosas expuestas, las cuales poseen la mayor antigüedad en todo este mundo. Su formación se debe a la erosión de la meseta mientras iba transcurriendo la historia de nuestro mágico planeta, y que son conocidas como “Los Tepuyes”.

 Este nombre tiene como significado el de “La morada de los Dioses”, de acuerdo al idioma de los indígenas pemones de la región. Siendo el más alto y antiguo el “Roraima”, de cuyo significado no se encuentra un consenso y se dice que significa:

• La madre de todas las aguas

• EL gran verde azulado

• Roca Rodante

• Fecunda madre de los Torrentes

 En sus áreas que son individuales pues se encuentran aislados entre sí, se produce el desarrollo de una serie única de evolución en el orden animal y vegetal. 

 Asimismo, en sus cimas tiene origen el nacimiento de muchos ríos de gran importancia, y se producen cataratas de gigantesco tamaño, donde se destaca la conocida como el Salto Ángel, la cual es la más alta y exuberante de las cascadas en nuestro maravilloso planeta Tierra, otra bendición. Igualmente ha sido escenario para innumerables filmes y obras escritas.

 Son muchos los misterios que se guardan en los tepuyes, sobre todo en el Roraima y el Kukenám. Se considera al Roraima como un templo de extremo silencio, en donde sí se grita inmediatamente comienza a llover, cosa que han confirmado sus visitantes. 

 Además de tener lugares especiales para establecer comunicación con seres superiores. Igualmente se han observado avistamientos de Ovnis. Y existe mucha simbología que se enmarca en mucho misterio entre este mundo y mundos alternos, que sería aparte donde se pudieran escudriñar. 

 Así que, como no entablar nuestra tertulia sobre está tierra por el principio de todo, esta energía mágica y especial, cargada de misterio y de evolución que nos indica la relevante importancia que tiene para este planeta, nuestra mágica Venezuela, tiene nombre de mujer y fue ¡donde todo comenzó!

 Al leer a María Elena, observando detenidamente estas líneas impactantes mi mente vuela, encuentra la razón de tanta nostalgia y empiezo de inmediato a crear:

 

¡Gritó tan fuerte como pudo! 

 

 Fue un grito desgarrador que retumbó en todo el valle, en todo el espacio circundante y como cosa mágica, no sé si tenga sentido o no, pero de inmediato llovió. 

 Algunos dicen que gritó un nombre de mujer, quizás fue así, realmente nadie lo sabe. Cómo saberlo si se encontraba solo en ese inmenso paraje, jamás nadie había llegado tan lejos, cuando hablo de nadie me refiero a una persona caucásica proveniente del otro lado del océano, dónde se habla una lengua diferente y es frecuente la peste negra y la lepra. 

 El era movido por una misión encomendada por un ser superior, a través de una visión, la cual se reveló, en un momento decisivo en su vida.

 Esto sucedió en el bautizo de uno de sus hijos todo pasó en el momento en que el Cardenal levanta su pequeño vástago ante el altar de la basílica mayor, cuando de la nada una poderosa luz intensa, atraviesa sus ojos cegándolo por completo, sin remedio su inquieta alma quedo tan llena de una total energía mística, que no encontraba razón en sí no sabía ni su nombre, ni dónde estaba. 

 Sin pensarlo las autoridades espirituales de su pueblo lo pusieron en custodia y fue confinado en un claustro dónde fue asignado por el obispo a la tarea de soñar e interpretar, escribir sin reparo todo lo que de esos sueños pudiera ser útil. 

 Y así soñó, soñó intensamente con una tierra mágica llena de verde, de animales diferentes con colores vivos de gran tamaño recorrió ríos inmensos, tan grandes y anchos que sus orillas tenían muchas leguas entre sí, era tan extraño para el ver tan vívidamente en sus sueños que las aguas de tan poderosos ríos al encontrarse a su paso no se mezclaban por cientos de codos a lo largo de su trayecto dando ese raro matiz al ver sus aguas caudalosas. 

 Era una tierra de ensueño, de libertades dónde el olor a tierra fresca era una constante diaria. 

 Le parecía gracioso y muy ocurrente ver a los habitantes de esas maravillosas tierras en su visión con grandes coronas de plumas y trozos de madera en forma de flechas atravesando sus bocas y orejas. 

 Por otro lado le infundían un profundo respeto, por su manera extraordinaria de ver la vida y la completa libertad de sus almas. 

 Se sentía totalmente extasiado, abstraído en sus sueños maravillado de tanta plenitud que decidió llamar 

“La morada de los Dioses” 

 A esta tierra llena de vida, sin dudarlo el no pudo más que interpretar, analizar y concluyó, que en esas formaciones que visualizaba con tan absoluta claridad, allí debían habitar poderosas deidades ya que estás tenían forma de pirámide truncada, o algo parecido, se les notaba la edad, el paso del tiempo en cada grieta, en cada piedra de sus cimas; en toda su visión las múltiples caídas de agua de cientos de pies de altura, que se perdían en el vacío lo atraían profusamente, era un sentimiento angelical lo que lo envolvía en todo momento. 

 Pero llegó ése momento definitivo, cuando el que soñaba, soñó que despertaba, se dio cuenta que jamás lo hizo, nunca soñó, todo era real y se vio así mismo ahí de pie gritando, gritando un nombre de mujer, el nombre de una tribu o quizás de un hermoso País, fue entonces sin ruegos posibles donde todo comenzó.

 Así yo también a mí forma, te sueño mi Venezuela, mi País de esta manera muy mía, mi mente y mi pluma se recrean en ti.