La naturaleza es la mejor maestra




La naturaleza es la mejor maestra

  


 Quizás fue grosero para muchos e innecesaria su respuesta, aunque no para mí lo confieso, aquel valiente artista, fue franco y temerario.

“Pinta algo para mí”

 Le escuché decir a la hermosa dama y el pintor la miró, la detalló, luego la volvió a mirar y con gesto de asco en su cara le dijo:

“Jamás pintaré para nadie más que para mí mismo”

 Es complicado, pero en la vida estamos perdiendo y pasa hacer lo más común, algo más que el tiempo y el dinero, es algo que va más allá, tanto así que se desdibuja lo que realmente es único y primordial. Por desgracia nuestro comportamiento ya no pasa por lo primario ni por lo individual o lo privado, tiende a confundirse con lo que se hace por tendencia, por moda, en definitiva por la ausencia absoluta de carácter.

 En esta sociedad tan dividida, crispada, llena de personas que pretenden liderar algo que no comprenden ni conocen, es tan común ignorar, desconocer ese algo que en su sabiduría Spinoza hizo Dios sin dudarlo, ese algo real, tangible, esa verdad que es más grande que el templo de Jerusalén, ese algo tan necesario para ti y para mí, eso que comúnmente llamamos Naturaleza.

 Jamás podemos dudar del talante de nuestra esencia ni por un minuto, de nuestra divinidad y mucho menos del ser humano como ser racional, aunque nos cueste.

 Tristemente, la solución más simple es lanzar cohetes sin retorno a lugares desconocidos, poco poblados, como lo son nuestros sentimientos, nuestras angustias, se lanzan cohetes a todas aquellas falencias de espíritu e inclusive en ocasiones se lanzan algunos a la Luna y por supuesto sin falla a nuestra diluida privacidad.

 Se toma como algo simple el hecho de querer conocer lo desconocido sin analizar que puede ser una ilusión, un deslumbramiento que nos disfraza ante nosotros mismos, cuando el hecho puntual al que debemos aspirar, es que jamás conocerás más allá de donde tu intelecto deje de ser nutrido.

 La vida y sus expectativas no están en las redes sociales, ni en tu ordenador, no, definitivamente no, es imposible pensar eso y al mismo tiempo sentirse cuerdo o satisfecho.

 Se hubo incorporado después de una noche reparadora y tranquila, su vista alcanzaba a ver los detalles más inesperados, para el todo lo que le rodeaba era nuevo, cosa que le extrañaba en demasía a Javier, pues siempre supo lo que era un pájaro y su trino, pero en esta oportunidad era totalmente diferente todo se percibía nítido, exclusivo y embestido de una belleza absoluta. La diferencia de esta mañana a todas las otras en su vida, era que estaba acampando solo en la naturaleza, a la intemperie.

 Acto que realizaba a pedido de su propia familia, pedido motivado en su comportamiento errático y cargado de estrés, que puso en jaque su armonía familiar. Su esposa e hijo le habían pedido de forma amable y sentida, de esa forma que solo las familias de bien saben hacerlo, que estuviera un tiempo alejado del día a día, de la dinámica de la ciudad y la vorágine de su trabajo en línea, lo cual en vista de todo lo expuesto por ellos, aceptó sin mucho agrado.

 Esa primera mañana en su despertar en la Naturaleza, para su sorpresa fue algo más que una revelación, notó que le faltaba algo a su vida, algo que no sabía perdido, pero que ahora notaba en toda la creación divina; con mucho asombro notó que todo se desbordaba en privacidad, entendiendo esta como la parte más interior o profunda de la vida de una persona, que comprende sus sentimientos y todo aquello donde reposa el alma.

 Todo a su alrededor se hacía perfecto, cada animal, cada planta cumplía con su función de forma ordenada, sin jefes, sin una aparente comunicación constante.

 En todo momento sus ojos brillaban al oír las aves unas con otras explotar en diferentes cantos y armonías, al verlas volar y entrelazarse en el aire sin el riesgo de colisionar, el dulce rocío que cubre los lirios y la suave vegetación dibujada en la ribera de aquel mágico lago, habían llegado hasta allí sin ningún tipo de información clasificada ni por clasificar, no existía una torre de control la cual asistiera el aterrizaje de esas miles de bendiciones hechas gotas, qué posadas en su piel le recordaban al amor, a su madre, a su padre, a una rosa, a un toro de Miura o quizás a un Jazmín.

Recordemos siempre lo que nos dijo San Agustín:

"La naturaleza es la mejor maestra de la verdad".

Por: Luis Gonzalo Guerrero.

JURADO GRUPO EDITORIAL.

Comentarios

  1. Muy buen escrito ,como todos tus hechos plasmados en las líneas, la naturaleza sin duda es la mágica casa que a todos abriga ,su tranquilidad ,su paz,su armonía y sincronización de el.trinar de las aves y la lluvia ,pero es muy cierto lo que cuentas la vida de la ciudad y su reloj sin parar, nos envuelve y nos hace preso de su monotonía. Pero de algo si estoy segura que apenas el citadino tiene espacio libre y tiempo para disfrutar se va a un campo ,a los sitios donde exista la tranquilidad y se hace con la sencilla razón de venir cargado para continuar su día a día en la.ciudad ...saludos

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