Luna llena sobre la mar
Luna llena sobre la mar.
Bella, serena y sin estrellas a su alrededor, así hermosa como si flotara sobre las aguas. Por instantes siento en mi boca un espeso sabor a sal, quizás por azar me percato de ese aroma a lluvia que envuelve todo que desata mi pasión que me hace pensar.
Pienso en la libertad que siento y lo que significa, me hacen pensar una vez más en Nietzsche en su originalidad como pensador, en lo afín que soy con su propuesta y lo especial de este momento que nos acerca.
El avance de las ciencias a lo largo del siglo 17 y 18 llegó a su punto más importante con el descubrimiento por parte de Isaac Newton de la ley de la gravitación universal, acto este que enmarcó un hecho sin precedentes en la historia de la humanidad.
Esta fórmula matemática sella el sentido Mecanicista y Determinista del mundo para entonces.
El hombre pasó a ser parte de un engranaje, de un sistema perfecto en el cual no tenía cabida la libertad como tal, sino que todo se deriva de la ley de causa y efecto.
Pues, solo debíamos adaptarnos a las leyes naturales y su sistema que rige todo, esto nos hacía no tener responsabilidad en nada ante lo que sucedía en nuestro entorno, por ende la moral y el derecho no aplican, eso daba como consecuencia la abolición de la libertad, ya que sin responsabilidad no existe la libertad.
Esto hizo que filósofos de punta como Kant y Schopenhauer, retomaran el gastado discurso metafísico y teológico de la existencia de un mundo supraempirico, donde el hombre a través de su alma o su espíritu podía obtener su libertad de acuerdo a sus acciones.
Allí, es donde Nietzsche rompe con todo, va un paso más allá y yo en esta noche de luna llena en la mar, lo puedo entender y coincido con él.
A través de la contemplación Nietzsche llegó a una conclusión muy diferente de la libertad, no como en mi caso contemplando la naturaleza que me rodea no, él llegó a su tesis contemplando y degustando obras de arte, él estudió la música la cual fue una de sus grandes pasiones, lo hizo llegar a decir:
“La vida sin música sería un error”.
También llego a opinar que escuchar a Bach, Haendel, Rossini, Haydn, Mozart, Schubert o Chopin, era la única manera de salir por instantes de la tortura que representa el estar vivo, ósea una total libertad.
Pero el punto que me une a su pensamiento lo desarrolló contemplando las tragedias griegas, allí noto que la vida no necesita tener sentido alguno que el hombre determina su destino y que se sobrepone a la adversidad con su determinación.
Que pase lo que pase tenemos la libertad más que como un derecho, la tenemos como una opción.
Así es la mar y la vida en ella, así sin puntos predecibles en su esencia, su oleaje cambiante, sus momentos y paisajes no tienen por qué tener sentido alguno y no tenemos por qué buscárselo, la mar hace grande al hombre que la surca y como los héroes de Sófocles y Eurípides que se sobreponen a la adversidad aceptando su destino sea cual sea, así es todo marino al hacerse de ella, así es su destino al hacerse uno con su buque.
Las tempestades, el azar y el viento son nuestra absoluta libertad.
Nota: El Mecanicismo y el Determinismo de Newton quedaron relegados con el paso de nuevas generaciones y propuestas contemporáneas como la relatividad de Einstein y la de los agujeros negros de Stephen Hawking entre muchas otras.
Por: Luis Gonzalo Guerrero.
Autor de: “Un adiós en el malecón”
Miami Book Fair 2021.
Gerente de zona del Grupo Editorial Jurado Ecuador JuradoEditorialEcuador@gmail.com JuradoEditorialEcuador@gmail.com juradopublishing@yahoo.com
Comentarios
Publicar un comentario