El faisán y el buey.


 

El faisán y el buey.


 El ser humano en este planeta es la cúspide de la evolución, al menos fisiológicamente, en otros aspectos dejamos mucho que desear, tenemos el sistema neurológico más complejo y el nivel más alto de capacidad cerebral, entonces, podemos recordar, tenemos memoria detallada y también tenemos otra capacidad maravillosa, un sentido vívido de la imaginación.

 Estas capacidades son nuestras mayores facultades como especie, pero es allí donde se oculta la mayor de nuestras falencias.

 Nos educamos o mejor dicho, nuestro sistema educativo está orientado a formarnos en disciplinas de orden externo, como Ingeniería, Derecho, Economía, etc. Pero jamás se nos enseña a tener disciplina en nuestras facultades.

¿Qué ocurre con esta manera de educarnos?

 Ocurre algo muy frecuente, tan frecuente que acontece en casi el 98 por ciento de la población mundial, nuestras más exquisitas facultades se vuelven en nuestra contra.

 Sin una razón cierta sufres, hay un tira y encoge diario con lo que recuerdas y lo que anhelas, es decir, lo que paso hace dos semanas en el trabajo, todavía lo sufres y lo que pasará en un año cuando explote la burbuja del bitcoin también lo sufres.

 Todo esto pasa porque no tenemos disciplina en nuestras facultades, no somos selectivos con nuestra memoria ni somos creativos con nuestra imaginación.

 Sin duda alguna, es un drama el sufrir nuestras mayores facultades, no hay nada peor que sufrir algo innato.

 Se debe asumir lo que se tiene, sea cual sea el origen y sacarle el mayor provecho, de este hecho se cuelgan expresiones como la Música, la Literatura, la Escultura, el Teatro, la Arquitectura, la Danza, la Pintura y el Cine.

No podemos sufrir nuestras capacidades.

 Alimentar la idea de lo que somos y conocernos detalladamente debe ser una labor diaria, no ocultarnos ante lo que somos es primordial.

 Se tiene la falsa impresión de que el seguir patrones determinados, es la clave del éxito, ir por un camino conocido es seguro, alimentar nuestro cerebro con lo prejuzgado es lo correcto, no y mil veces no, se debe romper con esto y atrevernos.

 En un hermoso campo a las afueras de Bombay, hermoso prado de exquisita pastura, se encontraba un imponente buey y en su lomo un enorme faisán, ambos derrochan plenitud, pero el faisán añoraba el poder volar como lo hacía tiempos atrás, ya un poco mayor pasaba sus días en tierra o sobre el lomo de su amigo el buey.

Un día le comenta al buey:

 Amigo quisiera volver a volar y posarme sobre la cúspide de aquel enorme Jobo, batir mis alas y contemplar todo desde allí.

El buey le dice:

 Te tengo la solución, come todos los días un poco de mi estiércol y podrás hacerlo.

Y así lo hizo.

 El faisán comió estiércol día tras día, sin descanso y fue volando de rama en rama del aquel enorme Jobo, voló una a una, día a día, hasta llegar a la cúspide.

 Cuando se encontraba en la cúspide, allí batió sus alas fuertemente sin descanso, pero a pocos pasos de ese evento estaba sentado el dueño de la granja y se percató del hecho y dijo:

 Ese faisán viejo ya está un poco loco, ya es su hora y lo bajó del jobo de un disparo certero de escopeta.

 Entonces, debemos entender que comiendo excremento también se llega alto, pero no se mantiene el nivel, alimentar y disciplinar nuestra mente, es la herramienta fundamental de una vida productiva y en armonía, sentir y vivir la vida en el presente y no ceder ante los factores externos, es la clave, ser certero en lo que consumes y disciplinar tus mayores facultades es lo que tenemos.


Por favor, vive tu presente.


Por: Luis Gonzalo Guerrero.


Autor de: Un adiós en el malecón.


Jurado Grupo Editorial.


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