La Perla





La Perla

“La Perla rota”, así era conocido este quimérico y excéntrico Bar; aunque su nombre original era “La Perla” se dice que en una de sus noches más movidas, de las que allí acontecieron, hubo una pelea entre marinos, por los favores de una joven pelandusca, la cual terminó en una batalla naval sin tregua, dejándose ver estallar las botellas cuál municiones de 127 milímetros por todo el lugar, partiendo en dos el cartel legendario, que mostraba una maravillosa perla, pintada al óleo, iluminada por candelabros, que estaba en lo alto sobre su portalón principal. Así de esta forma permaneció ese cartel roto, hasta el día definitivo de su clausura. O por lo menos hasta su zarpe a aguas abiertas, como suelo imaginar que fue su final muchos años después. Este Bar era algo muy particular en todos los sentidos; mágico, misterioso, enigmático, empezando por su ubicación. Encallado en la bahía de Ocoa, en el Caribe Dominicano, en la costa sur de la isla “La Española”. Jamás un lugar fue tan críptico, atractivo, lo rodeaba por completo un aura de secretos y revelaciones. Sentías en su presencia que en ese lugar el tiempo y el espacio vacilaban, que entraban en juego otras reglas, otras dimensiones, donde la física como la conocemos no imperaba, no regía.

Los navegantes tenían muchas historias diferentes sobre el origen del Bar; pero la más fascinante y contada, es que este en realidad era un navío de línea Español, llamado el "Santa Ana" de 112 cañones, que todos dieron por hundido en 1816 en las costas de la Habana. Realmente al verlo detalladamente parecía un buque de Guerra Español de esa época, reposando de costado en la playa con su proa abierta hacia la orilla y su popa todavía sumergida parcialmente en el agua.

Una vez dentro podías ver bien todo en detalle, su piso de madera curado por la sal, de un color negro ébano, sus paredes también de madera, llenas de agujeros, por donde entraba constantemente el ruido de las olas; seguido, mesas de juego a lo largo de un gran salón, que termina en una extraordinaria barra, llena de mujeres a medio vestir, de exuberantes e incandescentes pechos, todas con los cabellos muy rojos y largos por la cintura, adornados con finas algas; en un rincón un clavicordio sonando sin parar y todos como un coro, entonando cánticos e himnos corsarios, a un mismo compás.

Luego de sentarme en la gran barra empuñando un vaso de vidrio para nada traslúcido, de color verde muy rústico, lleno del más fino Ron que mi paladar haya probado, empiezo a conversar con una de aquellas damas, consiente de que mi presencia ahí obedece a un hecho revelador, único. Ella me dice en un tono seductor al oído, con acento francés, que tenga cuidado, que todos los que entran en este Bar lo hacen por alguna razón en especial; y que muchos después de conseguir lo que buscan jamás lo abandonan. Alzando sus manos señala, guía mi mirada hasta un hombre de avanzada edad extremadamente quieto, sentado solo, frente a una puerta gruesa, con remaches de hierro forjado, muy elaborada; de inmediato pregunto:

《¿Qué sucedió con él? 》

《!Este pobre hombre¡》

Me contesta.

Él vino desde el Reino Unido, navegando con su hijo surcando mares, buscando fortuna. Fondeado en la bahía, decidió entrar al bar con su hijo. Se sentó como lo ves; pero con su hijo a su lado, dispuestos a disfrutar del ambiente, cuando sin previo aviso se abrió esa misma puerta; y una voz muy dulce le dijo que siguiera; que pasara, que ahí dentro conseguiría todo lo que ha deseado y podía tomar todo cuanto pudiera. Una vez hecho esto, debía salir; pues la puerta una vez cerrada jamás se vuelve abrir y que nunca olvidara lo que realmente es importante. El hombre agarra a su hijo por la mano y pasa el umbral de la puerta; en realidad encuentra un tesoro, joyas de todo tipo, toda una fortuna. Como puede toma todo, hasta llenar sus bolsillos, sus manos, hasta su boca, con diamantes y rubíes. Sale de la habitación con la intención de regresar por más, cuando al cruzar la puerta, se cierra sin remedio; dejando a su hijo atrás; de nuevo se escuchó la voz diciendo: "nunca olvides lo que realmente es importante". Y desde ese día hace ya 20 años, ese hombre está ahí esperando fijamente, que la puerta vuelva abrirse y poder recuperar lo que nunca debió perder, su familia. ¿Y tú?:

《 ¿Qué buscas aquí?》

Pregunta la pelirroja, después de narrarme, tal historia; llevando sus labios muy cerca de los míos:

《 ¿Qué buscas? 》

Repetía.

Me levanté como un rayo diciendo con voz entrecortada:

《 ¡Solo quería un buen trago y tener algo interesante de que escribir...!》

Y salí con prisa hacia la puerta del Bar.

《 Pues ya, obtuviste ambas cosas; pero recuerda siempre, que es lo más importante.》

Me dice dulcemente la dama.

Cuando sentí que la puerta del Bar sé cerró fuertemente tras de mí. Quede inmóvil, petrificado y pensando, con la agonía de no saber si saqué de ese Bar, lo que tanto anhelaba o simplemente dejé lo que realmente, es importante para mí.


Comentarios

  1. Excelente como siempre mi Guerrero! Bendiciones!

    ResponderBorrar
  2. Es un escrito super intenso e interesante sobrino, yo hago acotación.. Hay 2 cosas en esa historia.. Ay de aquellos que buscan placeres como tesoros en esos lugares mágicos, pues quedarán encantados y atrapados. Y habrán aquellos como el escritor, que queda con la duda si realmente tomó la decisión correcta de salir a tiempo y valorar lo q el mundo exterior le ofreció.. Siempre habrá la duda, la expectativa y la curiosidad de saber si ese lugar mágico es tan mágico como se dice o son solo fantasías hechas por la mente de los q allí van. Pues parto de que en cualquier parte hay lugares mágicos, tesoros, y como aquel viejo hombre perdido en su mundo de retorno a los años pasados!!saber q el hogar es el más grande tesoro que pueda algún caminante encontrar cuando se está perdido... Mil bendiciones por tus letras. Seguiré siendo tu fan Faithful...

    ResponderBorrar
  3. Gracias interesante como siempre tus críticas !! Gracias mil gracias por leerme!

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Felicidad absoluta en tu día.

Las mareas y los vientos.

Hoy por tí celebro.