Leía y el elefante





Leía y el elefante


 No sé que circunstancias especiales envuelven a la India que la hacen tan atractiva para el resto del mundo, pero para mí, su clima, sus comidas, su gente, su espiritualidad, son un poema a lo diferente, a lo distinto, es un lugar en el mundo el cual podemos definir sin temor a equivocarnos como enigmático e interesante.

 Con el más grande despliegue de superioridad el Astro Rey brinda sus rayos con una generosidad absoluta, bañando de hilos dorados como cabellos de ángeles que cubren todo a su paso de bendiciones, a la hermosa región de Rajastán, estado del norte de la India que limita con Pakistán. 

 Lugar impresionante, pujante, con una cultura milenaria donde sus palacios y fuertes son recordatorios de los numerosos reinos que históricamente se disputaron la región. 

 En La Ciudad Rosa, como se le conoce, se encuentra el Palacio del siglo XVIII, Hawa Mahal, un antiguo claustro de mujeres de la realeza con un biombo de arenisca rosa de 5 pisos en su frente. 

 La ciudad de Jaipur, que es su nombre oficial fue el comienzo de esta maravillosa historia. 

  A los pies del templo rosado, bajo la sombra del espectacular biombo se encontraba Leía Mirabai, princesa real miembro de la dinastía más antigua conocida en la India acostumbrada a no poder salir de los linderos de su palacio, ella siempre tenía en su pecho ese anhelo por conocer lo desconocido, hasta en el último de sus huesos marchaba el entusiasmo del saber. 

 En más de una oportunidad había tratado de salir de palacio, pero siempre era atrapada en su intento de escape cosa que la llenaba de un profundo dolor, pues sí, leyó bien de dolor, el hecho de ella saber, de tener la plena convicción de que el mundo fuera de su palacio era algo fascinante y no poder disfrutarlo, sentirlo, saborearlo, la llenaba de la más inconsolable tristeza. 

 Toda la información que llegaba referente al mundo exterior llegaba a ella a través de los libros en la magnífica biblioteca real, hay que reconocer y ser honestos la biblioteca de palacio era una excelente biblioteca, el Marajá siempre tuvo como ambición el llenar los estantes del maravilloso recinto de la más ilustrada literatura. 

 En esos tomos que ella rutinariamente ojeaba hay algo que la saca de su ser, es algo que ella solo imagina, pues la descripción de dicho animal la llena de la curiosidad más frenética, aunque parece algo poco probable y más aún en la India, ella jamás había visto un elefante en persona los había oído a lo lejos; de allí sus preguntas frecuentes y hasta tediosas a la servidumbre que le daban una idea de lo que era ese animal, su tamaño, su apariencia y su extraordinaria fuerza. 

 Un día ella decide de nuevo tratar de escapar no soporta más la curiosidad que le produce el mundo, pero como las veces anteriores es capturada y llevada ante el Marajá su Padre, este viendo que el comportamiento de su hija ya era algo que ponía su propia autoridad en juego toma una sabia decisión. 

 Le dice a su hija que él le demostraría que no siempre las cosas son mejores de como las imaginamos que en la mente no hay limites que lo que ella toma como engaño o mentira referente a lo que no conoce, también puede ser motivo de decepción al conocerlo. 

 Alza su voz y ordena que traigan sus caballos, les dice a todos que saldría solo con su hija que no quería más compañía. 

 Salen de palacio padre e hija se internan en el bosque, no habían pasado más de unos minutos cuando la maleza se empieza a comportar de forma extraña, la princesa lo nota sé asusta y se pega al cuerpo del marajá y él le dice:

¡Tranquila princesa solo observa!

 Avanzan un poco más hasta la rivera de un río tranquilo y cálido, en ella se encontraba un elefante magnífico, hermoso, batiendo sus orejas y alzando su trompa. Ella se queda sorprendida y dice:

Padre es un elefante, es real.

 El Marajá vuelve su mirada a ella y le dice:

¿Cómo sabes que es un elefante, si nunca has visto uno?

 Ella sin pensarlo dice:

 Padre está claro en los libros, los describen muy bien, sus orejas, su color, su tamaño y por supuesto su gran trompa única en el reino animal. El Marajá la observa detenidamente y dice:

 Ahora fíjate princesa, vez al final de aquel recodo en el río, allí en esa choza viven tres grandes sabios, lleguemos y hablemos con ellos.

 Pasan justo por enfrente del elefante y ella no le puede quitar los ojos de encima, al llegar a la choza salen los sabios y el marajá se presenta y les pregunta:

¿Ustedes alguna vez han visto un elefante?

 Y los tres responden:

 No mi señor, usted bien sabe que nosotros somos ciegos de nacimiento y que jamás nos hemos movido de este río, todo el conocimiento que hemos obtenido es a través de nuestros sentidos restantes.

 ¡Síganme! Les dice el Marajá y los lleva al encuentro del majestuoso animal en el río, como pueden se meten los sabios al agua y cada uno de ellos coloca sus manos en diferentes partes del cuerpo del animal, lo tocan, lo huelen, lo sienten. Entonces el Marajá les pregunta:

¿Qué opinan? ¿Es como lo imaginaban?

 Y el primero contesta:

 No, un elefante es diferente yo pensé que caminaban sobre patas delgadas como otros animales, pero siento con mis manos que caminan sobre columnas circulares infinitas no logro sentir donde terminan.

El otro contesta:

 Definitivamente no es como lo imaginé, es un abanico gigante. Este sabio estaba ubicado debajo de las orejas del animal y al batirlas causaba ese efecto en sus sentidos.

 Y por último el sabio más viejo que posó sus manos en la trompa del animal dijo:

 Jamás pensé que el cuerpo de un elefante fuera como el de una serpiente, pero mucho más grueso y sin escamas.

 El Marajá los ve con atención y les hace una última pregunta:

¿Están conformes con lo sucedido?

Y los tres contestan:

¡Si! y se retiran.

 El Marajá dirige su mirada a la princesa, observa su rostro lleno de asombro, su rostro denotaba que su mente trataba de procesar lo sucedido, cuando el Marajá le dice:

 Detente no pienses más hija, es así, no siempre lo que desconocemos es como lo imaginamos y quizás luego de conocerlo, no siempre lo aceptamos tal y como es, fíjate en los sabios, se van a sus labores diarias, a su rutina sin pensar que fueron engañados, simplemente se fueron con lo que decidieron creer.

 Desde ese día la princesa Leía honró a su padre por siempre, tomó ese día como su más grande regalo, ese fue el día en que su Padre le abrió los ojos ante las diferentes realidades de la vida. Año tras año la princesa fue en peregrinación a rendirle sus respetos y devoción a Ghanesa, el dios elefante hijo de Shiva, que es uno de los más alabados de India.


Por: Luis Gonzalo Guerrero. 


Jurado Grupo Editorial. 

Comentarios

  1. Pues te cuento Luis ,Ghanesa,es la Diosa que esta en la casa,a la cual Leia le habla mucho ,le prende incienso,le da de comer y juega con ella segun su imaginacion.Para mi ese mundo de espueitualidad en la India me atrapa ,me sumerge en pedie al Universo como un deseo de corazon ,que visitare algun templo,vere sus maravillosas creaciones ,me deleitare con los colores de su vestuario ,pero tratare de ver que puedo comer ,ya que es una comida muy diferente ,con muchas especies y picante ...Pero a la nieta Leia ,en mi deseo ira y vera a Ghanesa y su raton postrado a sus pie se lo enseñare ya que ella le encanta ..asi que sobrino sin saber o por el poder del universo este texto es mas que Especial para Leia ...Saludos ..y como siempre el.lector sumergido en cada version de los magos

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  2. Gracias lo hice con mucho cariño!! Besos a todos

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