El encuentro con mis temores



El encuentro con mis temores.


 Sin intención de que sucedan, suceden, hay días ordinarios y otros extraordinarios.

 Esté en particular todavía no lo defino no lo hago por qué en mí no existen esas pequeñas fronteras ya inútiles, desdibujadas que separan lo mágico de lo cotidiano, pero me gustaría narrárselos y queda de ustedes el calificarlo.

 Quizás para muchos los días lluviosos son un mal día, sin embargo para mí es todo lo contrario me gustan mucho los días lluviosos y si empiezan en la madrugada aún más. 

 Me despierto cuando todo el mundo duerme, organizo mis ideas y suelo rezar.

 En este día en particular de pie frente a la ventana de mi departamento observé el cielo, la ciudad en calma y silente, tanto así que se deja escuchar el agua que sale de esa hermosa masa gris, cierro mis ojos y digo gracias Divino Timonel por tanto. 

 Aunque todo en principio suena muy hermoso a partir de esta ocasión reveladora no dejo de pensar en lo que escuché alguna vez del actor norteamericano Denzel Washington: “Si rezas por la lluvia, tienes que lidiar con el barro también”.

Y así fue me coloqué mi sobretodo de cuero ajusté los cordones de mis botas Modelo 1460 con 8 ojos Dr. Martens, decidido como siempre salí a enfrentar mi destino. 

 Empiezo a caminar y la lluvia que colisiona contra mi pecho y mis hombros me hace sentir vivo, pensante, me hace sentir parte del mundo donde vivo, aunque paso tras paso noto algo distinto las calles sin un sentido aparente se notan lúgubres, fúnebres y lo que en un principio era un cielo gris de un tono elegante se tornó negro como si estuviera ante la caída sin remedio de algún poderoso reino. Apuré mi paso y traté de no prestarle atención al ambiente enrarecido.

 Entré en un callejón que utilizo frecuentemente para acortar camino siento que la temperatura baja abruptamente, un frío helado recorre mi cuerpo noto que el piso del callejón se llena de una niebla gruesa y espesa, saco mis manos de los bolsillos de mi sobretodo las empuño y continúo, pero con la certeza de que algo ocurrirá. 

 Avanzo por el callejón con paso más precavido y sucede.

 Ante mí impidiendo mi paso un horrible perro negro de un tamaño descomunal, ojos de serpiente rasgados rojos que me atraviesan como alfileres se hace presente ante mí. 

 Entre otras cosas de su brutal aspecto me causaba gran impresión ver que desde la punta de su asquerosa cola como en el filo de un cuchillo de caza todos sus pelos en punta, erizados, con aspecto metálico forman una columna infernal hasta la punta de su hocico. 

 Me detengo y pienso este es el fango, es el barro que también trajo la lluvia, aunque tenía tiempo que no enfrentaba mis temores o mis demonios me dije están allí de nuevo, no obstante esta vez no tengo problemas con eso.

 Puse mi mirada en todo su cuerpo pendiente de sus movimientos, se veían en partes despobladas de pelo en dos de sus cuatro patas unos tatuajes que lucía con orgullo, en uno decía "Pereza" en el otro decía "Gula", su lengua colgaba larga y gruesa hasta el piso dispuesta a llenar los oídos de incautos de dulces chismes, dispuesta a destruir almas y espíritus con falsos testimonios, en sus ojos brillaba la envidia como rubíes que alumbraban todo en aquella maldita penumbra y por último sobre sus sienes en forma de corona de mil puntas señaladas con nombres como lepra, viruela, sarampión y covid, reposaban giraban más luces.


 Le dije te conozco y no detendrás mi paso sé con precisión lo que he dejado atrás y tu presencia en mi camino no significa sino tu condición desesperada de querer recuperar lo que perdiste, eso no sucederá ahora te veo tal y como eres sin velos, sin filtros, si no he vuelto contigo a tus caminos es porque nunca fui tuyo ni en alma ni espíritu. 

De la nada empezamos una especie de danza circular con movimientos lentos sin dejarnos de ver a los ojos ni por un minuto, dibujamos una circunferencia perfecta entre ambos llena de niebla y centellas rojas cargada de luces muy extrañas como pequeñas almas en fuga, al terminar los 180 grados completos tenía tras de mí el camino libre, pero antes de seguir mi camino afirmé una vez más, aunque te dé la espalda en este momento para continuar mi destino jamás daré descanso en marcar mi distancia de ti, no pierdas tu tiempo con almas que anhelamos algo que tú en tu sempiterno existir jamás encontrarás y sabes perfectamente que eso no es más que un espíritu lleno de paz y reconcilio.


Luis Gonzalo Guerrero.


Gerente de zona del Grupo Editorial Jurado Ecuador JuradoEditorialEcuador@gmail.com JuradoEditorialEcuador@gmail.com juradopublishing@yahoo.com






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