Lo hermoso de verte despertar



 Lo hermoso de verte despertar


 Sin querer estoy allí de nuevo viéndote, observándote, detallándote, me he prometido a mi mismo en infinidades de veces no hacerlo más, pero es tu olor, tu piel, en definitiva he llegado a creer que es la pasión lo que me hace volver sobre mis pasos, aquí me encuentro en la penumbra de esta habitación de hotel desgastada, un tanto más que mi alma, alma que ya no es joven, ni tan fuerte como lo fue alguna vez, pero si enamorada, aunque no sé si de ti o de lo que me haces sentir.
 
 Mi cuerpo incorporado levemente sobre dos almohadas en la cabecera de la cama y ese gran espejo al final en la pared, en él te veo, te observo, contemplo tu cuerpo de costado junto a mi dormido, detallo cada curva, detallo la textura de tu piel y las pequeñas gotas de sudor que todavía se posan en ella, es tan suave y deliciosa como la piel de un durazno, no me explico cómo un ser tan frágil y delicado puede generar tal torbellino, tal marejada, tanto arrebato. Es extraño si lo analizo aún más, por qué todo encaja lo que debería oler a combustión, fuego, cenizas y brasas, se torna dulce, tranquilizador. 

 El descifrar lo que me ata a este momento se me ha hecho tortuoso, siento que me va a llevar toda la vida entenderlo, no sé si valga la pena, pero si  que se me irá completa la vida en ello, en mirarte, en amarte, en desearte. Sigo observando el espejo por momentos, te veo allí una vez más bailando como siempre lo hacemos en París, eso también lo hacíamos sin ropa, hemos hecho tantas cosas sin ropa, quizás no es un requisito para nosotros estar vestidos o quizás debo terminar de aceptar que nos resistimos a limitarnos por nada, que nos sentimos un todo y que al estar juntos nos dejamos llevar por nuestros deseos más básicos, perdemos los prejuicios y nos tocamos, nos besamos, nos entendemos. ¿Quién sabe más de ti que yo?
me lo pregunto con una cierta amargura en los labios y me respondo:

 El espejo quizás, el cepillo con el que te peinas tus cabellos largos y abundantes, mismos que en este momento están esparcidos como oleaje por toda tu espalda y parte de la cama, aunque en ocasiones me molesta todo, eso no me molesta, no me molesta que ocupes todos los espacios, nada está sin ti,  toda estás en . El sol siempre constante e inclemente me avisa con su llegada que de nuevo sucedió, no sé que sigo buscando al verte de esta forma tan intensa, me preguntó rasgando con la mirada el espejo y la respuesta se revela sin espera, la luz en forma de rayos entra por la ventana de nuestro desgastado cuarto, las cortinas ondean blancas como banderas de paz en un campo de batalla, la suave brisa acaricia tu rostro y de un suspiro nace una rosa, de otro de tus movimientos, otra flor sin nombre, de cada uno de tus gestos un perfume y comprendí que lo que me motiva a seguir, es la dulce sinfonía de tu latir y lo hermoso de verte despertar.

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