El peso de la responsabilidad

El peso de la responsabilidad

 Los detalles son a mi mente lo que la sal es al agua de Mar; le dan sentido a mi vida.

 Sin los detalles mi percepción de lo vivido sería vana, sin ninguna sustancia. 

 El observar, reflexionar lo visto, lo leído y lo oído, es un placer para mí sin duda alguna, pero todo acarrea sus consecuencias todo va atado al severo peso de la responsabilidad.

 Es indiscutible que la responsabilidad puede ser vista de muchos ángulos, pero también es un hecho que es algo ineludible en una persona de carácter.

 Suele ser muy confuso contemplar un ser en su totalidad sin tomar en cuenta su grado de responsabilidad ante la vida, frente a los hechos y las circunstancias.

 La responsabilidad es asumir las riendas de lo que quieres en tu vida y lo que dejas como legado después que partes de ella, por tanto, es la virtud o disposición habitual de asumir los efectos de nuestras propias decisiones.

 El rapto de Proserpina es una escultura realizada por Gian Lorenzo Bernini entre los años 1621 y 1622, en ella se puede observar detalladamente cómo este maestro recrea una escena de la mitología romana, dónde Plutón (Hades en la mitología griega) rapta a Proserpina (Perséfone de la mitología griega) y la lleva a sus dominios, en esta obra maestra podemos ver el detalle de la mano de Plutón en el muslo de la Diosa, se ve como hunde sus dedos en la piedra dando esa falsa impresión de suavidad, a eso llamo yo responsabilidad.

 A ese indiscutible grado de perfección y el gran sacrificio impuesto para congelar un instante de belleza en el tiempo.

 Para mí ese es un acto de responsabilidad absoluta ante la vida.

 La actitud de Ismael era de total desapego a la existencia, si así como lo leen, este hombre de pocos amigos de franela roja con ojos de diablo en su pecho, realmente había perdido su norte.

 Se encontraba en su país de origen, en su ciudad natal, pero cuando salía de su casa no reconocía nada, todo su entorno se había divorciado de sus recuerdos de infancia, observa las "Estaciones de Servicio" sin combustible, las Panaderías sin pan, las Farmacias sin medicamentos y así como estas particularidades, mil y una más, nada era como era.

 Su mente confundida desde hace por lo menos 21 años se quebró, ya no reacciona con los estímulos habituales para un hombre de bien, como lo son el esfuerzo, la disciplina y la meritocracia.

 Nada de eso pasa por su mente trastornada, solo un deseo lo mueve y es sobre todo de una manera triste lo único que lo levanta del sillón donde reposa en su amable casa donada por el gobierno.

 Ese deseo motivador para el y para sus camaradas de su roja "Revolución" lo enloquece y genera en su ser, fugases olores y sabores de tiempos pasados, donde había de todo y para todos.

 El centro de su ambición, su mayor pretención no era más que:

"La caja del C.L.A.P."

 Y en ese día en particular suena el silencioso pito para canes que anuncia la llegada de su anhelo.

 Él sale a su encuentro pensando en todo lo que en esa maltrecha caja va a encontrar; llegado su turno se la colocan en sus manos y la siente muy pesada, muy pesada, tanto así que no puede sostenerla, la coloca en el suelo, la abre emocionado y ve con decepción que está casi vacía.

 Quizás entonces es donde entra en cuenta Ismael, que lo que doblegó sus brazos, lo que le quitó sus fuerzas no era el contenido de la caja, sino su ignorancia, su falta de dignidad, su perdida de valores y mucho más aún, el peso de su responsabilidad ante la vida.

Por: Luis Gonzalo Guerrero

Autor de: "Un adiós en el malecón"

Gerente de zona del Grupo Editorial Jurado Ecuador JuradoEditorialEcuador@gmail.com JuradoEditorialEcuador@gmail.com juradopublishing@yahoo.com