Gloria divina
Gloria divina "Abrí mis ojos hoy, una vez más de mañana, viendo el mismo techo blanco, La misma lámpara dorada; al voltear está la mesa de noche que me acompaña desde hace meses; la Biblia puesta sobre ella, polvorienta, sin nada que denote que alguien, ni por casualidad la ha ojeado en años; un adorno más es ella, en una habitación de hotel cualquiera. Con esfuerzo supremo, levanto mis huesos de la cama, arrepentido hasta de esta primera acción, poco dispuesto a enfrentar todo lo que tengo por hacer en el día. Mis días, que ninguno son buenos por lo regular, desde que tengo memoria. El agua fría del lavamanos, se empoza entre mis manos y en súbito movimiento, la arrojo sobre mi rostro adormitado, sin ánimo, sin alma". Y sigue: "El cielo de esta ciudad es sombrío, gris, lleno de contaminación, denso totalmente, uniforme, no hay como detallarlo". Y así continuó en una letanía de malos augurios y pesares sin fin, a lo largo y ancho de toda nuestra charla, mi querido