Fuego fatuo

Fuego fatuo

Nuestro camino en la tierra, debe ser una línea recta , no una superficie. Jamás debemos distraernos en nuestro empeño de buscar la felicidad, siempre debemos alejarnos, de las cosas que nos hacen daño o nos producen dolor. La aptitud en la vida ante las cosas grandes y las pequeñas debe ser de virtud, pues ante nuestros ojos tenemos todo lo que es posible y alcanzable para el ser humano. Hay diversas aflicciones emocionales, pero la más común y dañina en todos los sentidos es "La envidia".

Está íntimamente relacionada con la ira y el odio; en el día a día, oímos expresiones ligadas a esta:

《Que suerte tiene este tipo, que consiguió ese trabajo》

《Realmente cocina muy bueno, pero mi estofado me queda mejor》

《No sé que le ven, no canta tan bien como para tener tanta fama》

Y así podríamos describir mil frases de común uso de las personas y todas se resumen en un solo sentimiento “Envidia”.

Puede pasar hasta como un estado de ánimo, puede ser algo constante, persistente, tenaz, invariable; por eso es tan difícil de evitar, realmente nadie está totalmente libre de ella. El error fundamental está en valorar las cosas de los demás, más que las nuestras. Solo al ser consiente de lo que tenemos y apreciar nuestros dones, podemos detener esa cadena destructiva para el espíritu. El hombre debe saber lo que quiere, pero también debe saber lo que puede; solo así dará prueba de su carácter. La envidia, es algo que está en nuestra naturaleza, pero también está en la misma, nuestra capacidad de razonar y poner coto a los que nos daña como persona; retirar de nosotros las cosas dañinas, es la forma más sincera de demostrar amor, no solo por los demás, sino por nosotros mismos.

En alguna parte escuché esta frase:

“Lo principal para desarrollar una virtud, es por lo menos aparentar tenerla”

Es un compromiso con nosotros mismos y con quienes nos rodean, evitar estas aflicciones del alma, esos sentimientos malsanos que en ningún momento suman, si no restan vida y calidad en ella. Según la doctrina del derecho de Jobs, en un origen todos tienen derechos a todas las cosas; pero a ninguna en exclusividad. Nunca será feliz, aquel que le atormente, que otro sea feliz; no cometamos el error de fijarnos solamente en las personas que nos superan, también debemos fijarnos en las personas que nos siguen, como nuestros hijos, para poder dar así un ejemplo. Hay que alegrarse de los hechos meritorios de los demás; debemos estar contentos, cuando otros tienen un beneficio, cuando otros hacen buenas obras, debemos sentirnos felices por ellos y alabarlos con alegría por sus logros. 

Cuidar egoístamente los intereses propios, es síntoma de un alma envidiosa. Hay que sacar de nuestras vidas a esas personas que no lo pueden lograr; pero más aún aquellas que no quieren que otro lo logre.

Es necesario tener la suficiente fuerza de carácter, para romper esa tensión superficial, en el pantano de los bajos sentimientos y dejar que el rayo de la virtud, nos haga brillar ante la vida como un fuego fatuo.