Llamarada de tusa




Llamarada de tusa



“No hay almuerzo gratis”

Esta frase acuñada por el célebre novel de economía Milton Friedman, la utilizó repetidas veces, en muchos de sus escritos. Y es un hecho cierto, todo en la vida tiene un precio, un valor y requiere de esfuerzo. No podemos pretender obtener algo importante, significativo, sin sacrificio, sin perseverancia, sin disciplina. En nuestro cofre de tesoros de la vida, la joya que debe predominar, la gema que debe resaltar, nuestra riqueza más valiosa, debe ser el tiempo. Uno de los vicios, que ha traído la era moderna, es el vicio de la inmediatéz; queremos que se realice todo de inmediato. 

Paso a explicarme:

En un restaurante muy concurrido de la ciudad de Caracas, dos comensales se disponen a degustar las delicias que en el menú están expuestas

《 Buenas noches señores, que desean ordenar para cenar. 》

Dice de forma amable, el mesonero.

《 Veo que en su menú tienen lasaña al estilo napolitano, !me animo! quiero ese plato.》

Dice uno de los comensales de forma enérgica; a lo que el mesonero contesta.

《 Excelente elección, tardará un tiempo mi estimado, pues la salsa se cocina bajo pedido; así nuestros clientes tienen de primera mano, un plato único e irrepetible.》

El segundo comensal se queda asombrado; pero no se aguanta, sucumbe ante el vicio creado por el modernismo y dice.

《 Mi querido amigo yo aprecio mucho la buena cocina; pero me gustaría que usted me hiciera una recomendación. ¿De todos los platos del menú, cual es el que puede traer más rápido?》

El mesonero viendo la falta de carácter y poco gozo por la vida, que denota este individuo, responde.

《 Le podría traer un plato con la cuenta, es lo más rápido que despachamos, mi señor.》

Lo bueno que esta vida, nos puede ofrecer, se gana a largo plazo, requiere de tiempo, ser pacientes cuesta, pero da sus frutos. Todo lo que se gana o se consigue con tiempo y honradez, le da sentido a nuestras vidas.
No podemos pasar por alto y no poner como ejemplo el sistema instaurado, en mi país Venezuela, donde la clase gobernante son hombres amantes de la mala tradición y la inmediatéz; ante cualquier dilema o circunstancia se preguntan: 

¿Qué hubiese hecho, mi Comandante Supremo?

Orientados al pensamiento de otro hombre con su mismo enanismo intelectual, no dejan de rascarse las espaldas unos con otros como monos araguatos. El poder debe ser limitado, no solo por las leyes, la limitación debe venir de adentro, del corazón, del carácter bien definido, de la firmeza de saber decir no a la tentación. Esto lo hace el hombre que ve hacia adentro de si mismo, este hombre se pregunta:

¿Cómo tengo yo, que hacer las cosas?. 

Se deja guíar por sus preceptos morales, por lo aprendido en casa. El no necesita aplausos para obrar bien, ni le teme a la condena por ello. La paz interior es un anticipo del reino de los cielos; debemos hacer valer nuestra moralidad y nuestro tiempo, como primeros pasos. Es hora de ofrecerle algo nuevo a nuestros hijos, nietos y a nuestra patria; ya está bueno de falsos profetas, que solo hablan y actúan de a ratos, que nos dicen una y otra vez:

¡Falta poco!  

¡Esto es rápido! 

En vez de mantenerse firmes en lo alto, como un fuego perpetuo, que guie los destinos de una Nación, no mantenerse satisfechos, siendo un fuego fugas y rapido como llamarada de tusa.



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