Deseo



  

Deseo 



Tempestuoso, llega hasta mí con frecuencia este deseo, que a menudo hago realidad; que rompe con nuestras madrugadas, como rayo con las penumbras. Se convierte en velo que cubre todo a su paso, poniendo en evidencia nuestra desnudes, no solo del cuerpo sino del alma. Es lucha intensa de egos, que termina en ríos desbordantes de caricias, que calman los torbellinos en nuestros pechos. Pasión hecha abrazos, arrumacos hechos amor. Hacer de nuestro lecho una hoguera se ha convertido en un arte; es la razón de cada batalla, una consecuente con la otra, lo hace todo un placer. Entre risas y quejidos te descubro; nuestros encuentros se convierten en un coro al ritmo de nuestros corazones, cual tambores de marcha, retumban en nuestros templos; convirtiéndonos en una morada, en un receptáculo para lo amable, lo eterno, lo divino. 

Tú me buscas, yo a ti. 

Solo el mar se compara con la inmensidad de nuestros momentos, solo el mar y su techo hecho cielo. Es una aventura, que la acompaña el sudor, el reto, es la búsqueda de lo sublime entre aliento y aliento. Las sensaciones se incrementan por centímetro cuadrado, palmo a Palmo, piel con piel; en ningún momento te he de esperar ni tú a mí, pues estamos juntos en esto. Al compás, una y otra vez sin parar hacemos fiesta de los sentidos, tú me amas yo a ti; nunca una verdad fue tan obvia. De ti espero todo por que así es mi deseo, arbitrario, posesivo, descontrolado. Sabiendo de tu vientre fértil, todo se hace un juego entre dar vida y quitarme el aliento. Que dulce eres conmigo, generosa, seductora en tus maneras, alimentas mis ansias de más. Ese misterio en tus ojos que una y mil veces descifro; pero tú una y mil veces codificas, haciendo de mi labor un laberinto del cual no puedo salir o no quiero salir. Desde una isla en el Caribe, empezó nuestra campaña, armonizada por sus cálidas aguas, no hubo playa, la cual no eclipsaras con tu belleza, en todas te besé, en todas y cada una, te hice mía y yo fui tuyo. El realismo mágico, no se hizo esperar en las tierras de García Márquez, entre ríos y parajes montañosos, hicimos fuego de nuestros cuerpos, entregando todo a cada momento, viviendo un día a la vez,  pero poniéndolo todo. Pueblo tras pueblo, en nuestro recorrido, fueron testigo de lo más sagrado que entrega el alma; cada peaje un beso, cada curva una enseñanza. El Chimborazo, solo fue un testigo más, aunque nervioso por nuestro paso, ya que sus nieves perpetuas, no lo serían más, ante la cercanía de nuestros cuerpos; que son capaces de derretir hasta el más compacto de los hielos. Solo el calor que se produce entre nuestras manos entrelazadas, haría llegar un cohete a la luna, siendo nosotros sus tripulantes. Tanta entrega, tanto amor, trae sus consecuencias; una perla corona a otra perla y Guayaquil vio nacer nuestra semilla; solo quisiera en alguna oportunidad, tener en mí, la inspiración de Neruda, la pluma de Mario Benedetti, la prosa de Rubén Diario y así dejarte ver lo profundo de mi amor por ti, lo que agradezco al cielo que nuestras vidas estén llenas de esta pasión sin igual, que define a la perfección la palabra deseo.

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