Ocho pecados

Ocho pecados.

 La vida moderna nos ha llevado, a un punto distante de lo espiritual, la dinámica de nuestro día a día no deja que tengamos un momento de sosiego para el alma, cuán difícil es, para el humano moderno, detenernos un poco y ver la razón por la que se escribieron algunas cosas, o si en las doctrinas antiguas,

se encuentran las verdaderas causas de lo que nos aqueja hoy en día.

 El mundo, tal y como lo conocemos, se formó a partir de un proceso, el cual ha puesto al hombre como líder, con sus pros y sus contras.

 El humano, en la búsqueda de una convivencia inteligente, ha tratado de marcar reglas o cánones para ser del convivir, algo civilizado y llevadero, el tema religioso no es algo que me apasione, ni es, en lo que me quiero enfocar.

 Son las conductas humanas lo que verdaderamente me apasionan, y el contexto que enmarca estas pasiones, cada una de ellas.

 Los antiguos tuvieron la tarea, de demarcar ciertos límites para nuestras conductas, ya que sin esos límites, jamás se hubiese podido avanzar como especie. A ellos debemos todo respeto, por ser los Padres de la civilización.

Muchos de ustedes, destacados lectores

se dirán:

¿Ocho pecados capitales?

¡Pues, sí!

Los más conocidos son siete, y es lo correcto.

Todos los conocemos, que son:

Lujuria.

Envidia.

Gula.

Pereza.

Avaricia.

Ira.

Soberbia.

 Todos tienen grandes consecuencias en nuestra vida espiritual.

 Algo más inquietante aún, es que, según la Teología, no necesitas, sino desearles, para cometerlos, cosa que me parece muy injusta, porque entre una idea y su ejecución, hay un muro como factor moral que debe reconocerse.

 Los pensamientos vuelan y deben ser libres, al igual que las fantasías, no veo ningún pecado en tener fantasías o pensamientos, pero de igual manera mi opinión, es una más de muchas y no tiene ningún peso en específico.

 Solo quiero que nos pasemos por el tema de forma ágil, y veamos juntos otro punto de vista.

 Cuando escribo de ocho pecados capitales, es porque originalmente eran así y me fascina esta historia porque se trata, del que para mí es el peor de todos los pecados. Los pecados capitales nunca se mencionan en la Biblia, se escribieron tres siglos más tarde del nuevo testamento.

 Al principio las tentaciones eran ocho y el Papa Gregorio Magno en el 590 D.C. los disminuyó a siete.

¿Por qué eran ocho?

Aquí es donde quiero llegar.

 La Pereza, figuraba, en principio, como dos tentaciones mortales:

Apatía.

Tristeza.

 Que para mí conducen al abismo más profundo en el ser humano, luego se resumieron en uno solo; como expresé anteriormente, este para mí es un pecado que lo derrumba todo y del cual me quiero expresar. No hay nada que dignifique más a una persona que sus logros, su trabajo y la perseverancia.

Las Escrituras dicen:

"El que es negligente en su trabajo es hermano del que destruye".

 Y cada vez me acerco más a lo que nos lleva esta reflexión, como es posible que estas enseñanzas realizadas hace tantos siglos con claridad meridiana, sean puestas de lado por regímenes político o puestas de lado por sociedades enteras.

 El caso que más me afecta, es el de mi tierra amada Venezuela, cuyo régimen dictatorial ha impuesto un sistema en el cual, La Pereza, es una virtud más no un pecado y el Trabajo, es visto como un castigo, donde el recibir, sin dar, es la regla, ni el mismo Diógenes pudo mantener, su filosofía de La Pereza, ante la realidad de la vida.

 Si queremos recuperar nuestra Patria, necesario es, sacar este pecado atroz de nuestras almas, esta tentación no tiene cabida de ninguna forma, en el hombre de progreso ni en sus tierras.

 Solo sentarse y ver las hormigas en sus hábitos, nos da la luz en este dilema, ellas trabajan sin descanso, sin patrón que las obligue, cumplen con su función sin quejarse y no se detienen hasta cumplir su objetivo común.

 Salvando las diferencias, que nos separan de ellas, así, haríamos un mejor país y quitaríamos de nuestra noble Patria, el pecado que nos flagela.

Por: Luis Gonzalo Guerrero.