Volver a él una y otra vez.




Volver a él una y otra vez.



 Entre las muchas oportunidades que me ha dado la vida de disfrutar mi gran pasión por el Mar, una de ellas fue ser dueño de una pequeña embarcación pesquera de tipo artesanal. Desde su puente experimenté de primera mano lo que era la responsabilidad en las aguas y el compromiso con una tripulación.

 Quisiera describirla y paso a darles sus características para poder explicarme mejor en mi relato.

 Mi pequeña dama del mar, era una embarcación pesquera de madera de tipo tradicional del oriente del país, dotada de los equipos correspondientes para este fin, poseía una cava con capacidad para cinco toneladas, tenía de Eslora 14,96 M, su Manga 4.36 M, Puntal 1.78 M. Propulsada por 645 HP, producidos generosamente por un motor Japonés de una reconocida marca comercial; también disponía de equipos electrónicos, Radar, GPS, Sonda de profundidad, VHF y un camarote que podía albergar ocho tripulantes.

 Su casco estaba hecho casi en su totalidad de madera, su construcción fue realizada completamente de forma artesanal por maestros en el tema, en Carúpano, Estado Sucre, Venezuela.

 Las maderas que se utilizaron para forros y cubiertas del barco, eran de primera calidad; destacan la madera de pino, de olmo y de roble.

 Estas características son solo eso, detalles, pues no definen lo que esta noble y marinera nave representó para nuestra familia.

 Pasamos momentos de placer absoluto en muchas ocasiones, jamás olvidaré las millas recorridas en compañía de amigos y familiares, las risas y los buenos tragos de poesía líquida degustados en popa, los dulces besos recibidos en proa, brindados por alguna hermosa dama en un estallido de generosidad, los ocasos en alta mar con el T.S.U. Alejandro Arenas Trujillo y las peripecias abordo del Arquitecto Mauricio Contreras Ramírez, siempre disfrutando de las hermosas vistas del litoral central.

 En ella descubrí lo hermoso de la faena marinera tradicional, comprendí que surcar las aguas del Caribe, de una manera tan cercana es memorable. Ya lo había vivido en buques de mayor calado, pero en estas pequeñas embarcaciones se tiene la sensación de estar haciéndolo a nado, porque el contacto con el mar es constante, estás siendo salpicado por las olas una y otra vez sin cesar, con tan solo estirar tu brazo por la borda puedes sumergirlo hasta el codo.

 Realicé en infinidad de oportunidades la noble acción de la pesca, se hacía con palangres de más de dos mil anzuelos en una línea continua, los cuales se botan por la borda y se dejan a la deriva sujetos a boyas, luego de un largo tiempo se rescatan a mano, labor esta muy dura y que demanda un esfuerzo físico notable, estas líneas de anzuelos vienen cargadas de cientos de peces de muy buen tamaño, como lo son:

El Peto, el Carite y el Mero.

 Acepté de forma directa que el mar tiene la particularidad de sacar lo mejor o lo peor de cada persona, que la labor marinera define lo que eres como ser humano.

 En mi pequeña nave se respiraba, junto con el salitre, la hermandad; todos éramos uno al tiempo, el problema de un tripulante era el problema de todos.

 En la soledad del mar escuchas las reflexiones de hombres de lugares desconocidos, lejanos y descubres que las inquietudes no tienen fronteras ni espacios físicos, que el amor a la familia es el puntal de todo marino.
   
 Por tal razón siempre viene a mi mente junto a su recuerdo sentido, las sabias palabras del poeta:
Todos provenimos del mar, pero no todos somos del mar. Aquellos que sí lo somos, los hijos de las mareas tenemos que volver a él una y otra vez.



Por: Luis Gonzalo Guerrero.


Jurado Grupo Editorial.


Comentarios

  1. sólo los que hemos experimentado la feliz dicha de navegar y para mi en lo personal .pescar a mano en el mar con una tarraya o un Palenque o simplemente un rollo de nailon una pesa y un anzuelo con una carnada.
    puede entenderte.sobrino.y espero que esta reelección tuya.inspire a muchos a descubrir esa emocionante y excitante aventura.

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